La marcha de Miguel Solana como responsable orgánico de CHA en la ciudad de Huesca y de Luis Gállego como portavoz en la capital del Alto Aragón supone el cierre de la transición emprendida por CHA en enero del 2008 y que ha coincidido en el tiempo con el trabajo realizado por Nieves Ibeas. Ella fue la encargada de asumir la dirección en el momento más duro para cicatrizar las heridas abiertas tras la derrota electoral del 2007 y la crisis interna posterior, así como las salidas de una parte de la militancia disconforme con la evolución de CHA que, tras 20 años de historia, acometía su primera y profunda renovación.

Tras cuatro años dificultosos, Ibeas logró dejar al partido apaciguado y encarrilado para mejorar sus resultados electorales, hecho que se confirmó ligeramente en el 2011. Con una nueva dirección desde el 2012, en la que los rostros visibles son, entre otros, José Luis Soro, Chuaquín Bernal, Juan Martín y Juan Campos, los problemas orgánicos habían desaparecido hasta que esta semana han abandonado la vida pública los dos protagonistas que sobrevivieron tras la asamblea del 2008 y que han mantenido su línea crítica.

Su marcha se toma en CHA como una evolución lógica aunque han dolido las formas en un momento en el que la formación tiene sus cauces para propiciar la crítica, trata de consolidar su proyecto y ha corregido errores. "Se han marchado porque han perdido unas primarias y lo han hecho de malos modos. Aunque critican mucho, en Huesca ha ganado la renovación, porque eran ellos el aparato", indican fuentes de la dirección, sin ocultar su malestar por el tono y la oportunidad empleada.

Discrepancia

"Ha ganado David Félez porque la militancia así lo ha querido, porque lo ha decidido un grupo muy activo de militantes altoaragoneses y porque es una persona que trabaja activamente en Huesca. Es ejemplar la actitud del concejal Alberto Esteban, que creyó que debía irse al perder las primarias y lo ha hecho con una elegancia total y sin dudar en ningún momento de la limpieza del proceso. En CHA, quien quiere, puede y tiene todo el derecho a discrepar. ¡Si en nuestras reuniones no se hace otra cosa que debatir!", dice otro.

No opinan lo mismo Solana y Gállego, que el pasado viernes afirmó que se iba porque ya no podía discrepar. Este aseguraba en la última entrada de su blog: "No se puede estar defendiendo una organización que ya no cree en tu modelo, que prefiere mantener una estructura que no discrepe y apoyada en algunas de las personas que trabajan asalariados para el partido defendiendo sus intereses. Ya no cuenta la militancia que lucha por sus ideas dentro y fuera del partido. A mí me daría vergüenza perder el apoyo de mi gente o de la ciudadanía e intentar mantener el poder dentro de la organización, eternizarme en un cargo a costa de repartir puestos y privilegios. He podido hacerlo, pero no vine a la política a esto, y como entré me voy". Unas palabras que no se entienden en determinados círculos puesto que ha sido la militancia actual la que ha optado en unas primarias por dar el apoyo a un equipo distinto al de Gállego.

Este se une así a una lista larga de nacionalistas altoaragoneses que se han ido desenganchando del proyecto político de CHA, a la que han acusado de perder influencia territorial para apostar por Zaragoza, olvidar a la militancia y adoptar usos y costumbres de partidos mayoritarios, rehuir el debate ideológico, negociar para colocar a gente y renunciar a los principios fundacionales.

Tras una semana agitada, CHA considera se acaba de cerrar una página.