"Estamos a favor del cumplimiento de las leyes, y yo soy la primera que no dejo entrar a desconocidos en mi casa, y menos a la fuerza. Pero algo estamos haciendo mal cuando muchos inmigrantes tienen que vivir años y años con una identidad falsa". Así sintetiza Khadidja Izdidi Larbi, presidenta de la asociación argelina Emir Abdel Kader en Aragón, el problema que llevan tiempo detectando.

"Muchos, más de la mitad", calculan --lógicamente, es imposible tener estadísticas-- falsean sus datos para evitar ser devueltos a su país de origen al llegar sin papeles. Y el problema, explica, es que se ven obligados a relacionarse con círculos oscuros.

La asociación, con un espacio en la Casa de las Culturas del Ayuntamiento de Zaragoza, se encarga desde el 2009 de gestionar ayudas sociales, de mediar en la resolución de conflictos y de organizar actos culturales. Y en su actividad, tanto en Zaragoza como en la cárcel de Zuera, está observando un preocupante aumento de sin papeles que optan por esta práctica.

"Tal y como está la ley", explica Khadidja, "la llegada del inmigrante se convierte en un circuito que conduce a la ilegalidad. Tienen que conseguir papeles falsos, porque así, si les identifican, se ponen en contacto con la diplomacia argelina y esta no reconoce a la persona como hija del país. Así que no lo pueden repatriar", asegura.

Oportunidades

Para la mujer, la ley debería "actualizarse" a una presión migratoria en retroceso. Asegura que antes, "incluso los que venían habiendo cometido delitos, veían en su regularización una oportunidad para empezar una nueva vida". Ella apostaría por dar "oportunidades" con plazos para regularizar la situación, siempre que no se delinca, de forma que no se viesen obligados a mentir ni a relacionarse con mafias.

La regularización, en el caso de Argelia, facilitaría incluso la vuelta a sus hogares: "Por la personalidad que tenemos, centrada en las apariencias, muchos se niegan a volver al país sin papeles porque la gente va a pensar que han fracasado y que son delincuentes".