Miles de aragoneses llenaron el pasado fin de semana las zonas de baño de la comunidad, desde los ríos, canales y embalses a la pequeña piscina natural del Aguallueve, en Anento, cerca de Daroca, por no hablar de los ibones del Pirineo. Aprovechando la posibilidad de salir de casa tras un largo confinamiento y empujados por el calor, los turistas se lanzaron en busca de lugares frescos dentro de su provincia, un objetivo que, en el caso de la de Zaragoza, no está desprovisto de cierta dificultad.

Con todo, Aragón es un territorio suficientemente amplio y poco poblado como para que no se hayan producido masificaciones. Sin embargo, ha habido excepciones.

Una de ellas ha sido el Aguallueve de Anento, un manantial que surgen de una roca cubierta de musgo y forma una especie de estanque en un rincón escondido del Campo de Daroca.

«Hay carteles que indican que el baño está prohibido, pues es un entono natural muy frágil, pero aún así el pasado fin de semana hubo personas que se tiraron al agua», lamentó ayer Enrique Cartiel, alcalde de la pequeña localidad, en la que viven solo 40 habitantes de forma permanente.

Fue una minoría, reconoce, en medio de una masa de unas 2.000 personas, un número excesivo para un espacio que no está acostumbrado a acoger multitudes. «La mayoría de visitantes fue respetuosa, visitó el manantial y se marchó sin dejar residuos», explicó.

Ante esta situación, que podría repetirse en una localidad que figura entre las más bonitas de España, el Ayuntamiento de Anento se propone regular el acceso, como ya ocurre en lugares como el Salto de Bierge, en el Somontano oscense, o en el pozo de Pigalo, en Luesia, en el Prepirineo de la provincia de Zaragoza.

Sanciones en una poza del Prepirineo

«Yo no diría que el pasado fin de semana hubo una invasión de bañistas, pero tuvimos que avisar a la Guardia Civil para controlaran el acceso al pozo de Pigalo», manifestó ayer Jaime Lacosta, alcalde de Luesia. «Sé que se impusieron sanciones a los que se bañaron porque la corporación tomó la decisión de prohibir que se hiciera por simple prudencia y porque hay un gran vacío legal».

Más al norte, en Boltaña, se dejaron ver oscenses por los barrancos que desembocan en el río Ara, pero tampoco hubo una avalancha, según indicó el concejal José Manuel Salamero. Justo al lado del pueblo está una poza llamada Gorga de Boltaña, muy frecuentada en verano.

Pero el pasado fin de semana no se produjo ninguna invasión. «Es que estamos en pleno deshielo y baja mucha agua y muy fría, con lo cual todavía no es el mejor momento para bañarse», comentó el miembro de la corporación de Boltaña.

En la provincia de Zaragoza, otro lugar que captó visitantes fue el embalse de Mequinenza. Pero, por lo general, los habitantes de Zaragoza evitaron ríos como el Jalón, el Jiloca e incluso el Ebro. «El agua del Jalón está sucia, contaminada y turbia, no atrae nada para el baño», indicó José Miguel Domínguez, alcalde de Bardallur. Y en el Jiloca, según indicó el agricultor Alberto Ortego, sucede lo mismo, de forma que fueron pocos los que se acercaron a sus orillas huyendo del calor preestival.

Lugares poco aconsejables para el baño

Los ríos, los lagos y las pozas de agua remansadas son los medios acuáticos más desaconsejables para el baño, ya que la supervivencia del coronavirus puede ser mayor que en el agua salada o en las piscinas tratadas, según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Algunos de los principales grupos ecologistas han pedido que se regule y suspenda el baño en lugares donde se acumulan masas de agua no tratada, como pueden ser ríos, pantanos o presas. Un equipo de investigadores del CSIC concluyó que en el agua salada y en las piscinas convenientemente tratadas el riesgo de contagio es «muy poco probable», y que la supervivencia del virus en el agua de los ríos, los lagos y las pozas de agua dulce «puede ser superior». Los investigadores incidieron en que la principal vía de transmisión son las secreciones respiratorias.