El CAI Zaragoza se agrandó ayer en Málaga, donde dio un paso más en la orgullosa carrera que viene construyendo en los últimos años. Atravesó momentos duros, dio más opciones de lanzamiento que nunca, estuvo casi fuera de las semifinales, pero se recompuso, creyó en su baloncesto y logró un triunfo bien merecido. Por primera vez, el nuevo CAI estará en unas semifinales de Copa, donde mañana buscará el bombazo ante el Real Madrid (19.10 h.).

El inicio dejó buenas sensaciones. Dominó el primer cuarto gracias a buenas defensas pese a conceder segundas opciones y aceleró en ataque, donde la pareja georgiana fue capaz de marcar la diferencia en la pintura. El 5-13 del minuto 5 contaba la realidad de un encuentro en el que el Unicaja comenzó muy incómodo, hasta que Joan Plaza ordenó adelantar su defensa y le sumó una agresividad que poco a poco le metería en el choque.

El primer cuarto concluyó con un 11-15. Buen marcador, sobre todo por haber dejado al cuadro andaluz en una puntuación tan baja, pero con ese defecto a la hora de cerrar el rebote que pagaría muy pronto. La sangría provocó un 23-9 de parcial en el segundo cuarto que Abós trató de frenar con un tiempo muerto. Logró, en parte, recomponer a su equipo. Fue un diluvio durante muchos minutos, en los que el CAI echó en falta a Roll y Rudez pero que salvó fundamentalmente gracias a Shermadini, que se marchó al descanso con 12 puntos. El equipo aragonés había superado los peores minutos de la noche, en los que se temió lo peor y acabó solo 7 puntos por debajo al descanso.

Un triple inicial de los malagueños abrió el partido tras el intermedio, pero el CAI había aprendido a remendar su desarreglo. Fue trabajando el rebote defensivo y el final de las absurdas y repetidas concesiones abrió un choque nuevo, con un conjunto aragonés más dinámico y veloz, más sereno también. Fue el mejor cuarto del CAI, diríase que la clave del triunfo, con un parcial de 0-10. Aparecieron, además, sus dos mejores lanzadores, Michael Roll y Damjan Rudez, que acabaría como el máximo anotador del equipo con 16 puntos. Al final, 51-56.

En las manos del alero croata (4/4) estuvieron los triples que terminaron por matar el choque en el cuarto final. El equipo malagueño perdió la batalla de los nervios y los pupilos de Abós, que acabó el partido con una zona que no dio opción a la recuperación local, recuperaron el aplomo. La clave estuvo en la defensa, desde donde el CAI ganó un partido en el que supo sobreponerse a sus malos ratos, a la presión de la hinchada malagueña y hasta alguna que otra decisión arbitral esperada. En contra, claro. El CAI fue mejor, más serio y más acertado, sobre todo en el lanzamiento exterior. Por eso ganó. Lástima de final, que debía ser lo mejor y no permitió casi celebraciones por la lesión de Roll en un dedo que anuncia la vuelta de otro gigante, Norel, para la semifinal de mañana ante el Madrid.