El año nuevo trajo casi los dos únicos disgustos del año para el Casademont Zaragoza. Las derrotas anteriores quedaban ya muy lejanas y, de pronto, tan acostumbrado a ganar, el equipo aragonés se desnaturalizó en dos jornadas, dejó de ser lo que había sido, de hacer lo que había hecho con tanto éxito, y perdió en Andorra y contra el Tenerife encajando en ambos partidos más de 100 puntos. No es que aquello fuera algo positivo, pero casi. «Me da la sensación de que esto les ha alertado. Algo ha cambiado. Es muy importante lo que ha pasado esta semana. Parece que nos hemos hecho maduros», dijo Porfirio Fisac antes del siguiente partido, ante el Gran Canaria.

Y algo pasó porque, desde aquel 99-111 ante, ojo, el cuarto clasificado de la Liga Endesa, el Casademont ha ganado todo, absolutamente todo, lo que ha jugado. Seis victorias consecutivas, tanto en la ACB como en la Champions, y las seis por diez puntos o más de diferencia. Es decir, sin sufrir y sin poder atribuirlas a la suerte de la última jugada. En esos seis partidos ha anotado más de cien puntos más de los que ha recibido (531-423) promediando 88,5 a favor y 70,5 en contra.

A pesar de aquellas derrotas, en la ACB el equipo se ha mantenido en la tercera posición e, incluso, esta jornada ha alcanzado al Real Madrid tras la derrota blanca ante el Joventut. El principal impulso ha llegado en la Champions, donde los jugadores de Fisac han pasado de andar por la zona media de la clasificación a tomar el liderato con una fuerza y determinación desconocidas en Europa. El Casademont acumula cinco victorias consecutivas en el torneo continental y ya se ha asegurado tanto la clasificación como el factor cancha en el playoff. Ahora solo le queda conquistar en propiedad el primer puesto el martes en Brindisi.

El principal cambio del equipo ha estado atrás, aunque al aumento de rendimiento ofensivo ha contribuido necesariamente otra mejora importante: el acierto desde la línea de tres puntos. «Llama la atención nuestro juego de ataque pero la clave para ganar tantos partidos es la defensa», explicó Rodrigo San Miguel tras la victoria ante el UCAM. Una realidad que ya se había visto en los primeros meses de competición, en los que el Casademont era uno de los equipos que menos puntos encajaba de toda la Liga, y que solo se rompió en esos dos borrones ante Andorra y Tenerife. Antes de esos partidos, su media estaba en unos 73 puntos por partido. Ahora es de 70,5.

El equipo ha recuperado ese trabajo solidario atrás. El que fuerza errores al rival, el que anula a los jugadores más decisivos del contrario, el que obliga al oponente a agotar la posesión sin lanzar a canasta, el que pone en pie al pabellón. El entramado defensivo que ha organizado Fisac junto a su cuerpo técnico y el físico que ponen jugadores como San Miguel, Ennis o Seeley, las líneas de pase que corta Brussino, los rebotes que se llevan Radovic o Barreiro y los tapones de Hlinason y Vázquez, todo va sumando poco a poco para anular al rival.

Con esa solidez ha ganado en estas tres semanas al Neptunas pr 86-70, al Gran Canaria por 81-62, al Dijon por 73-105, al Joventut por 72-93, al PAOK por 86-76 y al UCAM Murcia por 80-70. El Casademont ha hecho de la victoria algo cotidiano, rutinario. Se ha acostumbrado a ganar y lo hace ante cualquier rival y circunstancia. Sin uno de sus pívots. Sin una estrella que le gane partidos pero con todo un grupo implicado y generoso en el esfuerzo. Así va lanzado este Casademont cuando la temporada llega al tramo en el que, de verdad, se puede hacer historia.