Una sima descansa en los cimientos del Príncipe Felipe y su punto de máxima inestabilidad reside bajo el banquillo local. Debe ser por esa razón que los terremotos en el pabellón zaragozano son frecuentes y suelen afectar en mayor medida al puesto de entrenador. El sismógrafo del CAI está encendido y desvela previsiones de movimiento. La derrota ante el Melilla, acumulada al desangelador inicio de temporada y la impotente imagen que entrega el equipo encuentro a encuentro consumidas sólo siete jornadas, ya han levantado las primeras voces de alarma dentro del consejo de administración del club, donde se ha empezado a perder confianza en la labor del técnico cántabro. Si la situación no se corrige, incluso no se descarta la destitución como una solución drástica para cambiar el rumbo del CAI Zaragoza.

Esta corriente de desengaño está presente y si los resultados no cambian de forma brusca y favorable podrían terminar con la salida del técnico cántabro, que pasará una prueba de máxima exigencia el próximo viernes en Tarragona. Las primeras opiniones disonantes con la labor de Oscar Quintana, que también es consciente de que su futuro en Zaragoza corre peligro, comenzaron a oírse tras perder en Plasencia y han cogido fuerza tras la actuación y la nueva derrota en el Príncipe Felipe ante un rival, teóricamente inferior, como era el Melilla.

Historia de destituciones

En su corta historia, el CAI cuenta con una lista de cuatro entrenadores diferentes. Alfred Julbe ha sido el único, durante el pasado curso, que aguantó en su cargo a lo largo de toda la temporada, aunque también estuvo en una situación desfavorable y los rumores de destitución fueron elevados tras protagonizar un mal arranque de campaña. La victoria en casa ante el León en la jornada undécima cerró cualquier teoría de cambio técnico y abrió una racha de doce triunfos, incluída la consecución de la Copa Príncipe en Zaragoza, que llevó la estabilidad al banquillo.

La etapa más convulsa y caliente en el banquillo del Príncipe Felipe fue, sin duda, el debut del club. José Luis Oliete, Ranko Zeravica y el propio Alfred Julbe se hicieron cargo de un barco fantasma que llegó a jugarse el todo o nada en un playout por salvar la categoría. Oliete cesó como técnico en la jornada 22 tras caer ante el colista Rosalía. Su sucesor, el ícono de la escuela yugoslava Ranko Zeravica sólo aguantó tres partidos, cuando Julbe llegó para rescatar al equipo de una caída en barrena y rescatarlo del descenso. Ese convulso movimiento en la dirección técnica de la plantilla no fue beneficiosa en ese momento.