Llegó Abraham en el verano del 2011, aún con Agapito Iglesias como máximo accionista y con la idea de confirmar en el Real Zaragoza los destellos que había dejado en el filial del Barcelona. No lo consiguió. Cuatro años irregulares como zaragocista y dos cesiones, una al Eibar y otra al Levante, constituyeron su paso como jugador blanquillo, con una renovación de por medio para adaptarse en el salario a la nueva realidad de la Fundación. «El Zaragoza es una etapa de mi vida que guardo con mucho cariño. Cuatro años dan para muchas cosas bonitas, aunque el global de los resultados no fuera tan bueno como habría querido. Me quedo con las cosas buenas y aprendo de las malas y el Zaragoza me sirvió mucho para aprender, me hizo crecer como jugador», dice el catalán, que ahora acumula dos temporadas en el Nástic.

La impresión, sin embargo, es que Abraham no supo aprovechar el tren del Zaragoza, en unos años, es cierto, muy convulsos en el club. «Siempre quiero más y no soy conformista, pero sí que pude aportar más, es cierto. Di todo al club, con más o menos acierto, de eso no tengo dudas», recuerda. Vivió un Zaragoza en Primera, con la permanencia agónica en la 11-12, el año del descenso, el primero en Segunda y su último curso fue en el 15-16, antes de una cesión al Levante y de desvincularse en el verano del 2017. «El Zaragoza es un club grande y tarde o temprano estará donde tiene que estar. Eso es lo que ha sido y se tiene que volver a ganar ese sitio. Subir es muy complicado y le ha faltado la fortuna algún año, mientras que en otros no estuvo a la altura».

Mientras tanto, el Zaragoza lucha por huir de una zona de peligro en la que está el Nástic, que apura sus últimas opciones de salvación. «Espero un partido de mucha intensidad y ritmo y, si conseguimos hacer las cosas bien, conociendo la impaciencia en Zaragoza, que yo personalmente sé lo que es La Romareda, lo podemos aprovechar. Es buen momento por eso para ir allí. Nosotros estamos en peor situación en la tabla, pero las aspiraciones de ellos eran muy altas y ahora está peleando por no bajar», reflexiona el lateral. Conoce bien esa grada, donde vivió momentos felices. «Aún recuerdo el Sí se puede y se me pone la piel de gallina, ese estadio empuja mucho». Abraham, de hecho, marcó un gol decisivo en la permanencia en la 11-12 ante el Villarreal y en medio de la Agapirada, con el estadio semivacío. «Sí, lo recuerdo, Había también Agapitadas (sonríe).... Fue un gol bonito y sobre todo por lo que supuso, un paso vital para la permanencia en aquel curso».

La realidad ahora dibuja a un Zaragoza apurado en la clasificación después de que hace un año rozara el ascenso, tras acabar tercero y caer en el playoff. «Nadie se podía esperar que el Zaragoza estuviera tan abajo, pero cada año es un mundo nuevo. Sigue siendo un buen equipo. Desde la distancia es difícil saber todas las causas En esa situación se está porque hay muchas cosas que no se han hecho bien».

VIEJOS CONOCIDOS

Abraham conserva contacto en el Zaragoza con Cuartero, director general, y sobre todo con Francisco Checa, secretario general, aunque conoce bien a muchos más: «Con Álvaro coincidimos el año pasado en el Nástic, es un gran punta, y allí en Zaragoza estuve con Guitián o Ros. Tiene una plantilla muy equilibrada, con calidad, aunque no se le estén dando los resultados deseados».

¿Y el Nástic? Es penúltimo tras el triunfo del Córdoba este domingo y ve muy lejos la permanencia, a nueve puntos, llegando a La Romareda tras una semana donde Enrique Martín estuvo a punto de caer como entrenador: «El momento es muy delicado, pero aún tenemos posibilidades y, además, hemos estado ahí abajo desde el principio y no nos sorprende ni nos agobia la situación», asegura Abraham, que acaba contrato en junio y que solo seguiría en el club catalán mediante una renovación aún no ofrecida si se logra la permanencia: «No nos está acompañando la fortuna en algunos partidos, pero los números están ahí y son malos, ya que llevamos solo 24 puntos. No hemos logrado dar la vuelta a la situación, pero la actitud del equipo es inmejorable».