A Zapater no le queda más remedio que ir de paquete . Son las paradojas del fútbol. Mientras en el campo él es el que conduce al equipo, fuera, en la vida real, el ejeano tiene que esperar a que algún compañero de apiade de él y le baje de la Ciudad Deportiva en su lujoso coche si no va su tío a recogerle. Son los gajes de las estrellas con chupete y sin edad para tener el carné de conducir. Es una de las anécdotas que trufan las vidas de estos pequeños ases que han entrado a un mundo inhóspito desde la guardería de la vida.

Javier Garrido, el heredero de Aranzabal en la Real, sólo luce 19 primaveras en su DNI, pero ya se ha hecho con el puesto de titular en Anoeta. De toda la camada es el que más juega (548 minutos). "Debuté contra el Levante. Contra Ettien. Menuda bestia. En la primera mitad me lo hizo pasar mal, pero luego, me tranquilicé y fue mejor", comenta el irundarra, ídolo de Maldini y descubierto gracias al televisivo torneo de Brunete. Sus palabras brotan de la inocencia de un chaval de su edad, que en los momentos libres juega a pelota o se va con la pandilla. "Los viernes y los sábados nunca falló con mis amigos", dice, aunque su vida de futbolista le impida los excesos y le ha obligado a dejar los estudios.

A triple velocidad

Atraviesan la vida a velocidad de vértigo, como Sergio Ramos, el lateral del Sevilla, que con 18 ya suena para la selección. Pero todos, como Zapater, viven el sueño con los pies en la realidad. "Vivo un sueño. Pero todavía no he hecho nada. Lo que tengo que hacer es tratar de mantener el puesto en el Sevilla y lo demás llegará, aunque halaga que hable bien de mí el seleccionador", dice este delantero convertido a lateral, considerado en Sevilla como el Reyes en la defensa .

En el Sevilla también convive con Jesús Navas, un palillo (1,70 metros y 60 kilos) que encandila a la afición del Pizjuán a base de gambetas imposibles. Como Xisco, del Villarreal, otro enano con mirada de asesina. Debutó con 16 años. "Fue en el Sadar. Jugué 50 segundos. Me valió, fue poco, pero no estuvo mal para empezar", recuerda este mallorquín que ya ha marcado dos goles en Primera. "Mi padre jugó aquí, en Villarreal, cuando el club estaba en Segunda, por eso me vine", dice Xisco, un exponente de la apuesta del Villarreal por su cantera, ya que hasta siete jugadores de su plantilla han nacido después de 1984.