El «objetivo» del Barça es marcar a la Juventus cinco goles. Se necesitan tres para igualar la eliminatoria, que daría paso a la prórroga, pero se convertirán en cinco si la Juventus anota uno. Luis Enrique prefiere plantearse el peor de los casos, presuponiendo que el conjunto italiano marcará. El símil con la anterior eliminatoria frente al Paris Saint Germain contempla que, como en aquella ocasión, el Barça se ve obligado a firmar otra remontada sonada. Tal vez más igual o más espectacular por repetida.

La tesis de Luis Enrique es que el duelo con la Juventus será «más fácil» que el lidiado contra el PSG dentro de la extrema dificultad. La primera razón es muy sencilla: el pasado 8 de marzo el Barça debía marcar cuatro goles. Ahora la situación requiere uno menos. Su equipo fue capaz de meter seis al once francés, tres de ellos en los últimos diez minutos, cuando Cavani había empezado a derrumbar todas las expectativas exigiendo el esfuerzo (y el acierto) doble.

Muchos culés abandonaron el estadio antes de que se desatara la orgía final. Luis Enrique les recomienda esta vez que «no se vaya nadie del estadio en el minuto 80» y que los aficionados se queden en su asiento hasta el final para disfrutar de otra noche histórica. A esa categoría eleva el técnico azulgrana la vuelta de los cuartos de final ante la Juventus.

El 3-0 de Turín ha colocado otra vez contra las cuerdas al Barça. El desastre, muy parecido al de París, diseña un planteamiento idéntico para la vuelta. Muy simple. Por más que los rasgos futbolísticos del PSG -y la tradición, y la experiencia, y el oficio, y la mentalidad- sean distintos a los de la Juventus.

Y SEGUIR ATACANDO / «Atacar, atacar, atacar y, cuando nos relajemos, seguir atacando», resumió Luis Enrique. Más complejo resulta para la Juve, insinuó el técnico barcelonista, fijar una idea filosófica para saltar al césped. «Nosotros solo tenemos una opción. Con el resultado de la ida no hay nada que perder y eso nos libera de cualquier presión. El rival ya tiene la semifinal en el bolsillo y tendrá que decidir si se encierra o ataca», expuso, sugiriendo el dilema que pudiera atormentar a Massimiliano Allegri. Bendito tormento.

La mayor facilidad de esta segunda hazaña tal vez resida en que Luis Enrique cuenta con las 90.000 almas del Camp Nou, a las que emplazó ayer para que cultiven «un ambiente de locura» que socave la confianza del cuadro italiano. «Tenemos que generar en el culé las ganas locas de botar antes y durante el partido y que se vuelva a vivir una noche como hace tres semanas», dijo un Luis Enrique que ha recuperado la energía y el entusiasmo después de la evidente pesadumbre y decepción que mostró la pasada semana en la ida.

El técnico tocó los resortes anímicos con un discurso que busca la epopeya. «Si marcamos el primer gol, el segundo lo hace el Camp Nou y el tercero caerá solo», vaticinó Luis Enrique como los pilares de la segunda gesta europea. El término «milagro» no gusta al entrenador, que soslayó los aspectos técnicos para centrarse en los anímicos. Al menos, para incentivar a la hinchada.

Luis Enrique cuenta con los aficionados, con Messi -«jugando al 25% nos aportaría muchísimas cosas porque es un jugador único»- y con Sergio Busquets, ausente por sanción en Turín. También recupera a Javier Mascherano, que andaba con molestias.

LAS PALABRAS DE ALLEGRI / Allegri, antes de partir desde Italia, consideraba indispensable para la Juve marcar en el Camp Nou. No un gol, sino dos, preveyendo el tsunami del tridente. «Si Allegri ha dicho que viene a marcar dos goles, mis cálculos están equivocados. Tendremos que hacer seis tantos entonces», respondió Luis Enrique.

El «partido perfecto» necesitará el Barça. O «el mejor partido de la temporada», que para el caso será lo mismo. Una actuación única que reúna efectividad en ataque, severidad en defensa, frenesí en la presión y claridad en el juego. No lo fue la protagonizada ante el PSG a juicio de los futbolistas y, pese a todo, el equipo rubricó una remontada inolvidable. Cinco semanas después, los azulgranas se encuentran en la misma tesitura. Saben a lo que se enfrentan. Y saben que no existe un manual infalible. Así lo resumió Iniesta. «No debemos impacientarnos si el gol no llega en el inicio o pasan los minutos y no marcamos, sino que tenemos que ir trabajando el partido».