Aunque lleva una temporada prometedora en La Liga, con un juego más vistoso que en el pasado reciente, el Atlético se fue del partido de ida de octavos de final de la Champions ante el Chelsea sin tirar a la portería rival. Haciendo gala de las virtudes que le llevaron a éxitos pasados, Simeone apostó por priorizar sobre el ataque la defensa de su portería. Y estuvo a unos centímetros de conseguir un empate a cero, esos que permitieron a Hermoso tocar el balón antes que su rival en un despeje nocivo que asistió a Giroud, autor de un gol que castiga el conservadurismo de un Atlético al que se le puede reprochar la falta de ambición.

Después de la derrota en casa, aunque el partido se tuvo que jugar en Bucarest por las restricciones del covid, el Atlético tendrá que remontar en Londres con otro plan de juego. Es la segunda en unos días, el principio de un bache después de conseguir un punto de seis ante el Levante en La Liga.

A poco más de 20 minutos para el final llegó la jugada clave del partido. Después de un parón de más de tres minutos, la revisión del VAR determinó corregir la decisión arbitral, aunque les costó mucho clarificar quién impulsó el balón en el despeje a la limón entre Mount y Hermoso. Fue el atlético y habilitó a un Giroud que, adelantado y solo dentro del área, conectó una chilena imparable.

Ambición aparente

Simeone mostró ambición aparente en la alineación: entre Correa y Joao Félix, el argentino eligió sacrificar a un mediocentro con mucho trabajo defensivo, como es Kondogbia, para dar cabida en el once a los dos. Pero la primera pretensión atlética en el partido fue blindar su portería.

Después de siete partidos seguidos recibiendo goles, algo inédito con Simeone, el argentino recuperó para su equipo las esencias más clásicas de su juego: una defensa muy poblada, con las líneas muy juntas y bien replegada en torno a Oblak; y una presión intensa en campo rival que le proveyó de ocasiones desde el principio, una clara de Saúl y una clamorosa de Lemar antes del primer cuarto de hora.

Con el paso de los minutos, el Chelsea fue amasando cada vez más posesión y cada vez más cerca del área rojiblanca, pero llegó a la media hora de partido casi sin generar peligro. Su mejor argumento ofensivo fueron las apariciones y el desequilibrio de Mason Mount, que se perderá el partido de vuelta tras ver una amarilla.

El partido se sumió en unos minutos tan intrascendentes como tensos, con los dos equipos en busca de un fallo rival que castigar, conscientes todos de la igualdad reinante. Con todo y con eso, la presencia constante de atacantes del Chelsea alrededor del área de Oblak era inquietante para los de Simeone, que se afanaban por achicar espacios y cada vez tenían más problemas para pisar con peligro el campo rival y para presionar con intensidad.

Tras el gol del Chelsea, el Atlético se vio obligado a cambiar su disposición y empezar a buscar, camino del minuto 80, su primer disparo a la portería de un inédito Mendy. La batería de cambios de Simeone para buscar más ataque llegó tarde y no consiguió estar cerca del empate.