La situación económica del Balonmano Aragón es tan crítica que la entidad se plantea ahora relizar un ERE a sus trabajadores. Así se lo trasladó el club ayer a los jugadores en una reunión mantenida a última hora en el Príncipe Felipe, donde el equipo iba a entrenarse un día más, transmitiendo todavía más incertidumbre sobre el oscuro futuro del club. La sucesión de malas noticias se ha acelerado en las últimas semanas. A principios de mes Óscar Mainer informaba a la plantilla de que el club no podía garantizarle el cumplimiento de los contratos firmados hasta final de temporada, por lo que una vez terminada la primera vuelta --lo que sucedió el pasado viernes--, los jugadores tendrían libertad para marcharse si así lo deseaban. Alguno ya se despidió ayer.

Aunque la entidad trabaja para generar nuevos ingresos, la realidad es que no los consigue. El propio presidente cifró hace diez días en 300.000 euros la cantidad necesaria para poder terminar la temporada. Como es lógico, si no es posible cumplir con la partida de ingresos hay que intentar rebajar la de gastos para poder ajustar el presupuesto, por eso el club se plantea otras medidas de mayor calado como un expediente de regulación de empleo. Sin un patrocinador principal, sin subvenciones públicas hasta la convocatoria del 2014 y sin fuentes de financiación, la economía vuelve a ahogar el funcionamiento del club, que acaba de salir de un prolongado concurso de acreedores en el que, de manera inaudita, no se plantearon quitas, siempre según la versión del propio club.

La entidad cifró su deuda total tras el concurso en 1.400.000 euros. Los principales acreedores son Hacienda y la Seguridad Social, con quien el club no está al día de pago en las dos últimas temporadas. Los siguientes en la lista de acreedores son los trabajadores de la entidad, a quienes se les adeudan varias mensualidades de las tres últimas campañas. Los problemas graves del club arrancaron en el 2012, cuando la CAI, patrocinador principal, decidió salir de la entidad. La Caja no era solo una fuente de ingresos, sino también el recurso habitual para financiar las diferencias presupuestarias entre gastos e ingresos, por lo que a su salida la CAI se había convertido en otro acreedor más. Desde principios del 2012, el BM Aragón no ha podido pagar al día y ahora su futuro es más incierto que nunca.