Amaga con la cabeza y golpea con saña, mientras el sudor que cae a borbotones de sus sienes es engullido por el casco que protege la cabeza. Izquierda, derecha y, tras emitir un soplido brutal, nuevamente otro latigazo con la izquierda que se estrella contra la gigantesca manopla de su entrenador. Hace mucho, demasiado, calor en el gimnasio, repleto de pósteres y fotografías de combates de un pasado glorioso. Cuesta respirar en un ambiente tan cargado, pero Jordi Gallart es un torbellino de energía.

Media hora después, Gallart, de 24 años, se quita las vendas de las manos con parsimonia. Ahora, sus movimientos son suaves, cadenciosos. También su tono de voz. "Boxear es una forma de vida. Mi gran pasión", comenta. Campeón de Cataluña y de España aficionado del peso minimosca, su rostro se endurece cuando le preguntan por la actual crisis del boxeo. "Me gustaría dar el salto al boxeo profesional, pero es muy difícil. Nos vetan los poderes fácticos, faltan promotores y, encima, las federaciones catalana y española están en guerra. A la catalana no le interesa el boxeo profesional", denuncia.

A escasos metros suele estar Juan Carlos Muntané, campeón de España amateur del peso semipesado. El próximo 1 de octubre debutará como profesional. El promotor Rubén Soler le ha conseguido un combate en Ripollet. "No puedo fallar. Me lo juego todo", dice.

Marginalidad

Gallart y Muntané se entrenan, dos veces al día, con Xavi Moya, el excampeón de España profesional que empezó a boxear hace 18 años. Ahora tiene 36 y regenta un gimnasio en el barrio del Clot, en Barcelona. Es uno de los referentes para los jóvenes. Como el KO Verdún, en Nou Barris, o el Emiliano Gallego Prada, en L´Hospitalet.

"El boxeo no es un deporte violento y ha sacado a muchos jóvenes de la marginalidad, de la mala vida", asegura Gallego Prada, exboxeador, entrenador, mánager y promotor. El pasado mes de mayo organizó su última velada en Castelldefels y perdió 7.250 euros (1.250.000 pesetas). "Necesitamos más promoción y, sobre todo, que TV-3 apueste por el boxeo como hacen las televisiones de otras comunidades".

Moya comparte la opinión de Gallego. Y lamenta que el boxeo siempre se asocie con las mafias, con los bajos fondos, que no se hable de los estrictos controles médicos a los que deben someterse los púgiles. Sin embargo, admite que el deporte de las 12 cuerdas conectaba mucho mejor con las clases populares de hace tres o cuatro décadas y que, actualmente, "necesita una profunda regeneración". Y pone como ejemplo la ausencia de boxeadores españoles en Atenas. O el descenso de licencias en Catalunya, que en tres años ha pasado de 1.000 a unas 650.

Más crítico aún se muestra Rafa Martín. Entrenador desde hace 22 años, cree que el boxeo "está pasando la crisis más grave de la historia por culpa de cuatro mánagers que tienen todo el poder y porque, en España, la democracia ha intentado cargarse un deporte que durante muchos años fue sinónimo de españolidad y franquismo". En su gimnasio, el KO Verdún, el boxeo

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