Una victoria holgada en la inauguración del campeonato, por ejemplo, un 3-1 ante el Getafe, es el carril más veloz para alcanzar antes que nadie la cima. El Zaragoza ha transitado por este punto anecdótico y fugaz en seis ocasiones. Por encima de la leve importancia de esta efeméride queda un poso histórico que insufla más optimismo si cabe al zaragocismo. Si el equipo aragonés empieza su andadura en la Liga con el pie derecho llega a su fin sentado entre los grandes. En números, cuando el Zaragoza ha empezado como líder el año nunca ha bajado del noveno puesto en la clasificación final, un buen augurio para cumplir las esperanzas creadas en torno al equipo de Víctor.

El Zaragoza siempre ha sido un líder accidental, de paso. En los primeros coletazos magníficos se estrenó esta costumbre. Un 3-0 (Duca 2, y Murillo) al Valencia otorgó en la 1961-1962 el primer puesto nada más empezar. El honor lo perdería una semana después (5-3 en Elche) pero un grandioso arranque en La Romareda --4,5 goles de media en casa en la primera vuelta-- mantendría al Zaragoza de César entre la nobleza de la Liga. En la última jornada cedió el podio al Atlético, pero obtuvo un cuarto puesto que le serviría para debutar en Europa.

NOTA PARA VUCTOR Dos años después (64-65) se repitió la anécdota. Con el doblete caliente (Copa y Copa de Ferias), el Zaragoza de Roque Olsen salía a comerse la Liga. Fue el primer líder de ese curso tras ganar en Riazor por 0-2 (Marcelino y Villa) y se mantuvo invicto hasta la cuarta jornada. Repitió liderato en la tercera, cuarta y décima fecha, aunque finalmente sería tercero por detrás del Madrid de Di Stefano y el Atlético de Luis Aragonés. Otra nota para Víctor: ese año fue semifinalista de la Recopa y subcampeón de Copa.

Dos años después (66-67), los magníficos volverían a inaugurar el liderato (2-0 al Espanyol con goles de Santos y Marcelino). Las desavenencias entre la plantilla, el técnico Daucik --destituido por el Alifante Lerín-- y la directiva y la decepción copera (se cayó en primera ronda ante el humilde Europa catalán) debilitaron a una escuadra en declive que sólo pudo ser quinta.

Habría que esperar quince años y dos descensos a Segunda para ver el color blanquiazul en lo más alto gracias al fútbol total de Beenhakker. La victoria ante el Betis (2-0 con tantos de Amarilla) puso al equipo aragonés en cabeza, atalaya que defendería en Balaídos (0-2) y cedería tras perder ante el Madrid en la tercera fecha (0-1). El sexto puesto definitivo (sin UEFA) supo a poco. Por último, el Rayo fue utilizado por el Zaragoza de Antic en 1989 para adelantar a todos su rivales nada más verse la luz verde. En esa ocasión, el Zaragoza terminaría noveno en la clasificación.