Jonathan Castroviejo es, sin lugar a dudas, el mejor contrarrelojista surgido de las entrañas del ciclismo vasco desde que Abraham Olano colgó la bicicleta. Entregado al servicio de gregario en las grandes vueltas (ahora a las órdenes de Thomas y Froome en el Sky, y antes por Quintana y Valverde en el Movistar) encuentra en las actuaciones individuales su santuario particular para destacar y ganar medallas, como la plata que conquistó ayer en el Campeonato de Europa de ciclismo, que se disputa en Glasgow.

A los 31 años ya es un consumado contrarrelojista, el que se sacó la rabia en el 2016 de la medalla que se le escapó en los Juegos de Río, siempre en la modalidad de contrarreloj. Ayer perdió el oro por apenas 63 centésimas ante el especialista belga Victor Campenaerts. También, en el 2016, sumó un bronce en el Mundial de Catar. Pero Castroviejo también es un ciclista que, lejos de ser un escalador, sube las montañas como el más rápido cuando se lo piden sus jefes. Fue en el pasado Tour uno de los puntos de apoyo más importantes para Thomas, como uno más de ese Sky que quitaba la respiración. En Alpe d’Huez, Castroviejo dejó al galés Thomas de amarillo a las puertas de la primera de las 21 curvas.

Es el complemento para las cronos por equipos. El Sky obtuvo, también en el último Tour, un buen resultado en la etapa de Cholet gracias al sacrificio del vasco, que creció como profesional en el desaparecido Euskaltel antes de ir al Movistar.