El Celta mantuvo por segunda jornada consecutiva su puerta a cero pero su particular calvario se prolonga porque tampoco pudo hacerle gol a un Sevilla que se defendió con orden pero mostró sus carencias incluso en la media hora en que dispuso de superioridad numérica. El conjunto gallego, espoleado por la necesidad, puso rápidamente cerco a la meta de Esteban, pero con la habitual lentitud que permite al rival recomponer el entramado defensivo y complica la creación de jugadas de peligro. La tensión fue creciendo y se produjeron bastantes piques entre jugadores que acabó con la expulsión de José Ignacio. Con diez, el Celta buscó a la desesperada lo imposible, y el Sevilla careció de ambición y de gol.