La etapa de ayer, entre Huesca y Zaragoza sobre un recorrido de 194 kilómetros, estaba predestinada para cerrarse al esprint. Todos los equipos eran conscientes de esa circunstancia, y los pronósticos se cumplieron pero fue una resolución que esta vez estuvo precedida de una batalla campal, en la que el viento de costado y los corredores del Movistar, ocasionalmente apoyados por el Adamy israelita, se encargaron de organizar un soberbio zafarrancho de combate en los últimos 25 kilómetros. La geoestrategia del Movistar elevó la resolución de la etapa al nivel de grandioso espectáculo. Sí, hubo sprint, y lo ganó el joven italiano Matteo Malucelli, superando al noruego Enger y al alavés Aberasturi en la meta instalada junto a los cimientos de la Torre del Agua, en la zona Expo. El ganador encabezó un grupo de una veintena de corredores que se adelantaron veinte segundos al grueso del pelotón a la altura de Villanueva de Gállego, en un abanico que, ya se ha dicho, venía buscando denodadamente el bloque del Movistar. Apareció y se rompió la carrera en dos pedazos.

Malucelli, a sus 24 años, alcanzó ayer la más notable de sus trece victorias conseguida en el campo profesional. Pasó a formar parte del listado de grandes llegadores que han dejado registrada su pedalada ganadora en la meta de Zaragoza: Van Poppel, Uwe Raab, Zabel, Cipollini y Petacchi. Jon Aberasturi, por su parte, cerró para su equipo Murias un trabajo sensacional en el que se lleva una etapa y dos días de liderato. «Yo ya he cumplido. Mañana (por hoy) la carrera es para otros corredores», dijo tras recoger el maillot amarillo.

La carrera se abrió en Huesca con la búsqueda inmediata de la escapada del día que, efectivamente, se formó apenas transcurridos diez kilómetros. Lammertink (Vital C.), Ricardo García (Euskaltel), David Lozano (N. Nordik) y Alex Cano (Coldeporte) se pusieron en vanguardia, y tras ellos el abnegado Francisco Mancebo, que no pudo enlazar y se dejó caer al pelotón. Por segundo día consecutivo, el veterano corredor quiso dejarse ver. Casi 150 kilómetros de fuga y otros tantos de control por parte del equipo Murias, aplicando el sagrado código de tirar del pelotón la formación que lleva el líder de la carrera. Todos ellos se emplearon a fondo, pero fue el joven aragonés Fernando Barceló quien ocupó la proa la mayor parte del tiempo. Su rostro en meta revelaba una enorme paliza.

Los escapados no pudieron superar los dos minutos de renta. Además, Cano, una vez cubierto su botín de esprints especiales, se dejó caer a la oficina, esto es, a la cola del pelotón donde se pedalea bajo protección divina. Los tres desamparados de vanguardia cayeron al pozo nada más poner sus narices frente al cierzo en el giro de Leciñena hacia San Mateo. Y allí empezó la parte seria de la etapa con el relato ya emitido.

LLEGADA BONITA / El esprint final, enfocado directamente frente al cierzo, también tuvo su punto. Aberasturi no pudo consumar su segunda victoria por poco: «He calculado mal. Al haber poca gente era más fácil colocarse pero alguien me ha faltado inercia frente al viento de cara», señaló. El ganador de la jornada, Malucelli, señaló que el esprint no fue fácil: «Era una recta muy larga con el viento de cara. Era preciso calcular bien el punto de salida para no quedarse sin fuerzas. No era fácil, pero me ha salido bien. Mañana ya no voy a tener opción».

Héctor Carretero, del equipo Movistar, encabeza en estos momentos la clasificación de los jóvenes de la Vuelta Aragón. Trabajó duro para el equipo: «Teníamos interés en preparar la llegada a Barbero pero no salió bien. Mañana el trabajo será para Solé y Rosón, aunque cualquier fuga complicada puede crearnos problemas», resaltó.