Objetivo cumplido. El Ebro tenía que salvar la papeleta de visitar al colista de la clasificación con el deber de sumar los tres puntos, y lo hizo con solvencia y rapidez. Con dos tantos tempraneros encarriló rápidamente el encuentro, y con un fútbol vistoso e inteligente suerte tuvieron los riojanos en no encajar más goles.

Los arlequinados sabían que lo mejor es hacer los deberes cuanto antes, y saltaron al terreno de juego con ganas de demostrar su superioridad. Teniendo controlado el centro del campo y asegurada la defensa, comenzaron a mover el balón con soltura e inteligencia, nada de conducir el balón, con constantes paredes hicieron que corriera el esférico, y de esta manera fueron encontrando los huecos. A los ocho minutos apareció el primero, y Víctor aprovechó el mano a mano que tuvo con el portero para marcar el primer tanto para los aragoneses. Las ocasiones seguían llegando, y no pasó mucho tiempo hasta que Gaizka, tras una jugada que siguió las mismas directrices que en el primer gol, se plantó sólo ante el portero local, y, para no ser menos que Víctor, marcó el tanto que daba un poquito de tranquilidad a su equipo. Aún quedaba mucho para el descanso, pero el Varea, que lo intentó tímidamente, no tenía ninguna opción ante el buen planteamiento de su rival.

DOMINIO ARLEQUINADO Tras la reanudación, más de lo mismo. El Varea lo intentaba, pero se veía superado en todas las líneas por un Ebro muy centrado que no se relajó en ningún momento. Con un juego igual de fluido que en la primera parte, a pesar del paso de los minutos, el Ebro tuvo muchas ocasiones para haber ampliado el resultado, pero no volvió a acertar con la portería, y lo que pudo haber sido una buena goleada terminó como una victoria tranquila, pero que vale su peso en oro.

Un buen comienzo de Liga es esencial para dar tranquilidad a un equipo, y el Ebro lo ha conseguido, siendo en estos momentos el mejor de los equipos aragoneses.