Tras dos semanas de competición llegó la primera victoria española en el día de la resaca pirenaica. No es mucho, pero la demostración de Aitor González, un emigrado de lujo al ciclismo italiano, ha llegado en buen momento para darnos un poquito de moral tras el fiasco sufrido en las dos etapas de los Pirineos. Con la carrera dominada por un patrón incontestable, en jornadas como la de ayer el protagonismo se centra en corredores de primer orden aunque ya marginados por la voracidad del Tour de Francia.

Aitor González es uno de ellos. Gran rodador, excelente contrarrelojista, pero limitado en sus posibilidades de cara a una carrera tan exigente como la gala, su máxima referencia deportiva reside en haber ganado con brillantez una Vuelta a España, la del 2002. En la escapada buena de ayer había cuatro españoles y a punto estuvimos de repetir el episodio del pasado jueves cuando David Moncoutie puso en evidencia a Juan Antonio Flecha y a Egoi Martínez en la meta de Figeac.

Al Euskaltel le están saliendo demasiado mal las cosas, llegaron de divos y antes del prólogo ya echaron a uno de los suyos con el hematocrito en zona roja. Haimar Zubeldia, ya retirado, e Iban Mayo han fallado y parece como si deseasen lo mismo para el resto de españoles. En la escapada de ayer iba también Igor González de Galdeano, que fue el más madrugador a la hora de romper la unidad de los diez escapados, a cinco kilómetros de la meta.

Entre los fugados estaban Martínez y Landaluce del Euskaltel, que no dudaron en salir los primeros tras el vitoriano para anular su opción de triunfo. Al parecer las únicas fuerzas que llevaban las aplicaron en este ominoso objetivo que nada dice a su favor, pues luego entraron los últimos en el grupo de escapados y claramente cortados.