Pocos recuerdan ahora que a Víctor Muñoz lo echaron de este equipo en 1993. Joven, con ideas innovadoras y una percepción del fútbol que chocaba frontalmente con el viejo modelo establecido, le pagaron por la rescisión de su contrato como director deportivo y le dieron las buenas tardes. Poco más de diez años después, ya como entrenador del conjunto donde se formó, del club de su ciudad, se ha convertido en una de las piezas fundamentales para ayudar a que el Real Zaragoza no se deslice hacia la Segunda División la misma temporada en la que había regresado del infierno.

Desde diferentes puntos se le señala como el artífice de una permanencia ya muy cercana. No es un error calificarle con una nota tan alta. Sin embargo, habría que especificar que su grado de influencia se ha reflejado sobre todo en la transmisión del ideario propio, de un método de trabajo moderno y actualizado a un segmento del deporte que alardea de profesional sin alcanzar muchas veces esa talla. Otra de sus aportaciones como entrenador ha sido el acercamiento con los futbolistas, la complicidad, la charla distendida... Con el cartel de Abierto las 24 horas , Víctor ha exigido el mismo grado de compromiso, y los muchachos le han seguido sin pestañear.

El equipo, girando en el campo sobre la órbita de Movilla, se ha homgeneizado, y él se ha encargado de los retoques, de sacar provecho de una plantilla que, pese al deslumbrante brillo de la Copa conquistada al Madrid y de una racha última de excelentes resultados, necesita refuerzos en todas sus líneas. En una sincera reflexión, la distancia cualitativa entre el equipo que dibujaba en la pizarra Flores y el que escribe Víctor la marcan Movilla y Dani. Otro asunto bien distinto es cómo ha reactivado el aragonés a jugadores que antes tenían un protagonismo a media luz y su facilidad para releer los partidos mientras están en marcha.

Los beneficiados

En este sentido destaca el aprovechamiento de Cuartero, a quien utilizó como mediocentro hasta la llegada de Movilla. El defensa regresó al lateral derecho coincidiendo con un tremendo bajón de Rebosio y en esa finca se ha hecho grande de nuevo y capitán. Cuartero ha ganado un 41% de participación con respecto a la etapa de Flores. Otro de los grandes beneficiados ha sido Cani, titular con Víctor en ocho de los diez partidos que ha dirigido el técnico desde su fichaje, un 25% más en tiempo total que antes. Del joven talento zaragozano aprovecha su control de la pelota en las bandas, donde Flores lo situaba habitualmente. Claro está, sin Movilla. Toledo no admitía discusión para el entrenador catalán y tampoco para el zaragozano. A medio recuperar, es fijo.

Si se observa con cuidado su cuaderno de navegación, ha restringido su confianza a 14 futbolistas, con la inclusión excepcional y discutible deportivamente de Juanele. Soriano ha sido el más perjudicado, otro tema de complicada comprensión cuando compite por el puesto con Ponzio. El resto apenas figura en sus planes. Víctor Muñoz, méritos aparte en el presnete, contagia la sensación de que es el técnico del futuro, el único capaz de devolver al Real Zaragoza a un nivel competitivo de verdad.