El sacrificio solicitado ayer a Juan Carlos Ferrero y Tommy Robredo por los capitanes del equipo español en favor de la decisiva jornada de hoy no acabó con sangre, pero sí con una sangrante victoria de los gemelos Bob y Mike Bryan, la segunda mejor pareja mundial en la actualidad, sobre Tommy Robredo y su circunstancial compañero, Juan Carlos Ferrero. El improvisado doble, inédito desde el Godó del 2003 y que sólo ha ganado 3 de los 15 partidos que ha jugado a lo largo de su carrera, fue barrido de la pista de La Cartuja en una hora y 39 minutos y tres rápidos sets: 6-0, 6-3 y 6-2.

FERRERO, AFECTADO El fin justifica los medios. La presumible victoria de hoy sobre EEUU podría justificar, en último caso, poner a los pies de los caballos a una pareja experimental, desajustada y con uno de sus integrantes, el alicantino, visiblemente afectado por la decisión de dejarle en el banquillo en la primera jornada del viernes. "No creo que ellos lo hagan con mala intención, eso de ponerme o no en el equipo", aseguró Ferrero, hablando del trío de capitanes. "Es una cuestión del interés del equipo", explicó Jordi Arrese, portavoz del G-3 y el capitán que se sienta en la silla en esta final.

"Lo primero que tengo que hacer --añadió Arrese-- es dar las gracias a los dos tenistas que han jugado el doble. A Tommy, por no poder jugar con su compañero habitual, y a Juanca, por pensar en el equipo y dejarse de individualidades. Están dando un gran ejemplo de equipo".

GIGANTES ELECTRICOS Pero ese ejemplo no fue suficiente para presentar una réplica adecuada sobre la pista a los energéticos gemelos californianos, dos gigantes que se mueven por la pista como si estuvieran enchufados a la corriente eléctrica y que son capaces de construir en los aledaños de la red un auténtico e insuperable muro de contención. Una pared contra la que se estrelló a lo largo de todo el breve partido la pareja española, que bastante hizo con romper dos veces el servicio de sus rivales al inicio del segundo set, en la única ráfaga de juego que encendió la luz de la esperanza a los casi 27.000 espectadores que abarrotaban la pista habilitada en el estadio de la Cartuja.

La presión ambiental, sólo consiguió que los hermanos controlaran sus habituales efusiones y sus tradicionales saltos con choque de pecho, que quedó en esta ocasión para la celebración final. Pero no logró afectar en nada la efectividad del juego de una pareja que impresionó por su solidez y su impresionante compenetración, a la que sin duda no es ajena el hecho de que Bob (el mayor) y Mike (que nació dos minutos después el 29 de abril de 1978) sean gemelos y lleven jugando juntos en el circuito profesional desde 1998.

Bob, zurdo, y Mike, diestro, impusieron sin problemas su sincronizado juego, compuesto de un potente saque, una volea letal y una intuición especial para saber siempre qué hará su compañero, por mucho que el otro se mueva como un diablo de un lado al otro de la pista. "Jugar contra estos dos chicos es como jugar contra cuatro, aparecen por todas partes en la cancha", resumió con indudable acierto Ferrero. "Sirven muy duro y nunca sabes dónde poner la pelota porque siempre se están cruzando", añadió Robredo. "Más que los hermanos Bryan, creo que hemos jugando contra los hermanos Dalton", remató con ironía Jordi Arrese.

"Ha sido un poco más cómodo de lo esperado", dijo Mike Bryan, el diestro que juega en la izquierda, Bob, dos centímetros más alto (1,93) y cuatro kilos más pesado (87) que su hermano, utilizó su brazo izquierdo, entre otras cosas, para servir a 206 kilómetros por hora y para cazar, como su gemelo, todas las bolas que sobrepasaban la red.

DOS ´CAZABOLAS´ Lo explicaron de la mejor manera que supieron. "La superficie de tierra no nos ha afectado mucho porque hemos intentado cazar tantas bolas en el aire como hemos podido", aseguró Bob, el menos hablador. Desde que ganaron este año en Roland Garros, la tierra ha dejado de ser un problema para esta pareja familiar y tenística --los primeros hermanos estadounidenses desde 1904 que coinciden en una final-- que ha obtenido alguno de sus 20 títulos también en hierba, bajo techo y sobre cemento. "No esperábamos tanta paliza, pero no es cierto que hayamos tirado el punto", aseguró Arrese.