Baptista había ocupado siempre una posición en el centro del campo, tanto en el Sao Paulo como en la selección brasileña, donde guarda las espaldas del milanista Kaká, porque decían de él que era muy torpe en el área rival, pero Joaquín Caparrós vio sus posibilidades como delantero, su capacidad de sorprender con velocidad, fuerza y técnica. El resultado, 15 goles en 25 partidos de Liga, y cinco más en la Copa, nada desdeñable para un recién llegado de Brasil. Su puesto puede fluctuar entre mediocentro, mediapunta y delantero, pero a él le gusta definirse como un centrocampista ofensivo, "muy ofensivo", claro, pero, sobre todo, insiste en que le gusta "tener libertad".

El quiere jugar, independientemente del puesto que ocupe, pero, tópicos aparte, sus preferencias están en el mediocentro, algo adelantado para ayudar a los delanteros y, en caso necesario, tener fácil acceso al área rival. En definitiva, lo que de verdad le gusta es ser libre para moverse, para buscar espacios, para aprovechar su músculo, su velocidad y su técnica, sus movimientos sin balón, su golpeo preciso. "Juegue donde juegue, siempre tengo libertad para ir arriba", afirma el jugador, como si no hubiera ninguna diferencia entre el mediocentro y la mediapunta.

Baptista ha sorprendido a casi todos, incluido él mismo. "En estos casos, piensas que va a ser difícil, que te va a costar adaptarte... De hecho, sigo en ese proceso", confiesa el brasileño que, si fuera juzgado sólo por su rendimiento, parecería nacido en el mismo barrio de Triana. Nada más debutar marcó su primer gol y sus dianas le han dado diez puntos a un equipo que pugna seriamente por entrar en la UEFA, es decir, justo la diferencia que media entre Europa y el abismo. Si alguien ha sufrido especialmente el efecto Baptista en sus carnes ha sido el Racing de Santander, a quien él solito le ha hecho seis goles.

Caparrós lo vio claro

Su extraordinario rendimiento le ha hecho ganarse el manido apelativo de jugador revelación y otro más contundente, La Bestia , que al principio no le gustaba demasiado porque en Brasil tiene reminscencias satánicas pero al que ya se ha acostumbrado. Le da igual que llamen La Bestia o El Tanque , como le conocían en su país, y resta méritos a su actuación para extenderlos al colectivo. Da gracias a sus compañeros, a Dios y, por supuesto, a Caparrós. El técnico sevillista le pide que no se arrugue al llegar al área. Y él encantado. "El Míster me pide que llegue arriba, por eso juego por detrás de los delanteros, para entrar con más fuerza y poder rematar", desvela Baptista, a quien tampoco le parece normal haber conseguido 15 goles. No será muy lógico, pero ya se ha ganado a una afición que perdió demasiado pronto a su nuevo ídolo Reyes y que no encuentra en Darío Silva al mismo futbolista que obtuvo tanto éxito en Málaga.

"La gente me está tratando súper bien y estoy muy a gusto en Sevilla, una ciudad que me recuerda mucho a Brasil", asegura el futbolista. Su rendimiento ha hecho que algunos clubs europeos empiecen a preguntar por él. Cantos de sirena a los que hace oídos sordos. Dice no saber nada y estar muy centrado en conseguir la UEFA con el Sevilla, el gran objetivo hispalense. Los goles de La Bestia pueden resultar decisivos para lograrlo.