El fuego volvió al pebetero olímpico barcelonés, de manera peculiar, 25 años después de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, que se cumplieron ayer. A las 22.30 horas, en la plaza de Cataluña, el zaragozano Juan Antonio San Epifanio, Epi, y la atleta paralímpica Purificación Santamarta fueron los últimos relevistas en llevar la llama hasta el arquero, el mismo de hace 25 años, Antonio Rebollo, que, no sin algún incidente (a Epi se le apagó el fuego), prendió la flecha y apuntó.

No tiró: fuegos artificiales sirvieron de pretexto visual para recrear el encendido que tuvo lugar hace un cuarto de siglo. Mientras Rebollo bajaba la flecha, a lo lejos, en el Estadio Olímpico Lluís Companys, se encendía el pebetero original. Los relevistas, más de 30, iniciaron su camino en el Palacete Albéniz, donde un par de horas antes de que Rebollo recreara su lanzamiento, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, rindió un sentido homenaje al predecesor en el cargo que hizo posible los JJOO de 1992, Pasqual Maragall, que asistió al acto oficial de celebración de los 25 años de aquel evento irrepetible.

«Los Juegos fueron la suma de muchas manos y muchas voluntades, pero no hubieran sido posible sin una persona con un liderazgo excepcional, que veía más allá y se rodeó de un equipo magnífico. Y lo hizo con generosidad, anteponiendo el interés general. El verdadero motor de los Juegos fue Pasqual Maragall», aseguró Colau en presencia del exalcalde olímpico, acompañado por su esposa, Diana Garrigosa.

El acto del Palacete Albéniz, el segundo del día presidido por el rey Felipe, sirvió de reconocimiento también para el desaparecido expresidente del COI, Juan Antonio Samaranch, para quien el actual mandatario del organismo, Thomas Bach (que reveló que al perro que tenía en aquella época le llamó Cobi), pidió que la ciudad «valore el reconocimiento que se merece».

El Rey, por su parte, recordó la «emoción profunda» que sintió al encabezar, como abanderado, a la delegación española. «El inmenso orgullo de encabezar un grupo de deportistas que representaban todo lo que somos y lo que podemos hacer y conseguir juntos», añadió Felipe VI, que felicitó al «dream team» de la organización de Barcelona-92 que «será siempre un ejemplo y un orgullo para todos».

El fuego volvió a brillar en Montjuïc, donde se encendió la antorcha que después llegó a la plaza de Cataluña. La primera relevista fue Eli Maragall, sobrina del exalcalde y goleadora en la victoriosa final olímpica de hockey sobre hierba. La plaza se llenó de gente mientras se emitían las imágenes más emblemáticas de la cita olímpica y el homenaje terminó con Los Manolos en concierto.