Albert Luque devolvió el crédito al Deportivo en su polémico inicio de Liga y eligió el estadio Bernabéu para llevar la calma a su club ante un Real Madrid loable en el esfuerzo, previsible en la llegada y con un suspenso rotundo de Owen que no supo aprovechar su oportunidad.

El Deportivo, con la jerarquía de Andrade atrás, leyó con inteligencia el partido y sorprendió al Real Madrid, que tras su éxito europeo, volvió a la triste realidad de la Liga. Eso sí, disfrutó de rentabilidad máxima ayer noche. A la contra y aprovechando la velocidad de Luque, el Dépor metió el miedo en el cuerpo al Madrid cuando el equipo de García Remón mandaba con solvencia en el campo.

Fue un gol hermoso el de Luque. Un futbolista genial al que le faltó explotar en la selección. Pandiani, con inteligencia, le mandó un balón al costado y allí después de superar en carrera a Míchel Salgado, algo que no es fácil, tuvo la sangre fría de levantar un balón a Iker que se fue a la red. Gol sublime. Al alcance sólo de los elegidos.

El Real Madrid salió con Owen de titular. Y tampoco funcionó. Este Owen es una mala copia del de sus buenos tiempos. Nada que ver. Parece perdido en el campo, sin chispa, sin velocidad y lo más preocupante, muy impreciso en el toque, en la entrega y en el disparo. Mal en suma, sobre todo si un tipo como Morientes está en el banquillo.

El Real Madrid jugó de forma decente. Con Zidane, Raúl y Figo activos. Es este el trío que está sujetando al equipo de medio campo hacia arriba. Zidane, plausible, una vez más. Valiente a la hora de ir al choque a pesar de estar todavía con su hombro maltrecho.

Y Luis Figo, activo. Se cambió de banda. Vio enseguida que Manuel Pablo no andaba fino. Y se fue a jugar a pierna cambiada. Sin embargo en la segunda parte, Figo acusó el cansancio y Manuel Pablo le tomó la medida en este periodo.

SIN SUERTE Jabo Irureta puede estar contento. El Real Madrid lo dio todo. No se dejó nada en la caseta. No se le puede reprochar actitud ni empeño, pero el talento no sale a relucir. Especialmente en la definición, donde la salida de Morientes dio otro aire al equipo. Sin suerte, desde luego. Molina firmó una brillante actuación, Scaloni puso mordiente para completar el derroche descomunal de Víctor y el tándem César-Andrade lo sacó todo cuando el Madrid se empeñó en jugar por arriba apelando a la heroica.

En pleno partido de ida y vuelta, con el Dépor por delante, el Madrid se partió en dos buscando el empate, e incluso pudo Sergio aumentar la diferencia en un mano a mano que el centrocampista mandó el balón fuera.