Un bombazo a balón parado de Roberto Carlos, una acción que hacía tiempo no exhibía en el Bernabéu, permitió al Real Madrid vivir un partido extraño, que dominó cómodamente hasta los últimos veinte minutos, pero que se le puso cuesta arriba tras echarse la siesta y dormirse en la recta final.

Iba la noche de brasileños. Ronaldo había abierto la lata y Roberto Carlos remataba la faena de un partido sencillo, sin traumas para el Madrid. Hasta que Queiroz comenzó las rotaciones y dio descanso a Raúl y Figo, instante en que el Málaga, con la salida de Luque, metió el miedo en el cuerpo. Se recrea en demasía el Real Madrid en este tipo de encuentros. Juega para la galería y a veces se olvida que la tensión y la atención hay que mantenerla hasta el 90. Anoche vivió el ejemplo de cómo se puede complicar la vida por un bajón absurdo ante un rival justito y limitado como el Málaga.

A Juande Ramos le duró 24 minutos el invento de desactivar al líder de la Liga. Ronaldo, tras una buena jugada de Salgado, puso por delante a los locales y el brasileño pudo sentenciar en una gran jugada en el minuto 50, pero su remate, que merecía el gol, acabó en el palo.

EMOCION FINAL Sí marcó, en cambio, Roberto Carlos, de fuerte falta directa, y el partido pareció acabarse cuando aún restaba más de media hora por jugarse. Sin embargo, el Madrid se echó a dormir. Avisó Salva, en un buen remate que despejó Casillas, y no perdonó Luque cuando restaban quince minutos para acabar el choque. Sin embargo, el Málaga se quedó sólo en el susto y no tuvo opciones de empatar aunque sí metió el miedo en el cuerpo al Santiago Bernabéu, que sufrió más de lo esperado.