Esta temporada Javier Gazol ha demostrado que no es el Curro Romero del atletismo aragonés. Desde que se fue con 16 años a entrenar al Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, este atleta natural de la localidad monegrina de Lanaja tenía el sambenito colgado de su extrema irregularidad con la pértiga, sobre todo cuando disputaba los Campeonatos de España absolutos. Por unas u otras causas, el saltador del Transbaso Monzón Polidux no confirmaba sus grandes cualidades naturales. "La pértiga no tiene nada que ver con el fondo. Es muy técnica y tiene que ver mucho el coco para rendir bien", afirma el atleta najino.

El domingo, en Valencia, se quitó la leyenda de encima al colgarse el oro en el nacional de pértiga indoor . Acabó así con la dubitativa trayectoria de la última temporada. Entonces, estaba descentrado. Gazol siempre ha sido una atleta diferente. Disfruta con el atletismo y es un talento natural, pero no le gustaban demasiado los libros. "El peor año fue el 2002. No estaba nada regular y me relajé puesto que no metía las cargas de entrenamiento idóneas", apunta Javier.

Pero este invierno se ha transformado en un atleta regular y los buenos resultados se han reflejado sobre el tartán. "Este verano me decidí a mejorar mi velocidad y la capacidad de salto. Por otro lado, este invierno he hecho bastantes pesas en el gimnasio", dice Gazol.

Un nuevo registro

En este cambio no ha tenido nada que ver el coger el liderato del Transbaso Monzón Polidux tras la marcha de Eliseo al Adidas. "No tiene esto nada que ver". Hace dos fines de semana batió el récord de Aragón en Zaragoza con 5,55 y el pasado domingo en Valencia se llevó el segundo oro en su competición maldita de los Campeonatos de España absolutos. "Fue perfecto. Lo que pasa es que estuve mucho rato en la pista con dos horas calentando, me quedé frío y alcancé sólo los 5,41", asegura el oscense.

Ya han pasado siete años desde que el pequeño Javier emigró a Cataluña para dedicarse en cuerpo y alma a la pértiga. Gazol llegaba desde Zaragoza, donde le entrenaba su padre Jesús, antiguo plusmarquista regional de martillo. "El primer año pasé de los 4,30 a los 5,10". Su adaptación fue complicada y su nuevo técnico, Hans Ruf, se convirtió para el oscense más en padre y psicólogo. "Entrenaba cinco horas diarias con el grupo de García Chico, con Juan Gabriel García y Jordi Villalabeitia. Dormía en la litera de arriba y había días que terminaba tan cansado que no podía subirla", recuerda.

Su mejor año fue el 2001, temporada en la que fue quinto de Europa promesa y campeón de España absoluto vistiendo los colores del Airtel. Pero en el 2002 decidió volver al Monzón, el equipo de toda su vida y en el que se siente cómodo con sus amigos.

Javier es el abanderado español de una generación de pertiguistas que están todavía lejos de Arcos y Javier García Chico. "Ahora estamos una docena de pertiguistas muy jóvenes en el CAR que en poco tiempo daremos que hablar".

Javier Gazol es cada vez un atleta más asentado. Estudia informática y su novia es otra pertiguista, Gemma Piquer. Ahora es más ambicioso, aunque ha de mejorar aspectos como "clavar bien la pértiga en la batida". Puliéndolo puede cumplir uno de sus sueños. "Mi meta es hacer lo antes posible los 5,65. Cuando lo haga estaré mas tranquilo para competir en los Juegos de Atenas", acaba.