Algo tenía que cambiar en el atletismo español de la mano de Manolo Martínez. Hace un año fue nombrado responsable del sector de lanzamientos y en el primer Europeo su labor ha conseguido el primer fruto con el mejor de sus alumnos, Borja Vivas (30 años), un altivo atleta malagueño, de 2.03 metros y 140 kilos, que anoche sobrepasaba en altura y corpulencia a sus compañeros de podio, aunque con los ojos de un niño que miraba la medalla con ternura. Porque ayer fue «la leche», según las palabras de Vivas, el lanzador que llevaba una década persiguiendo un momento de gloria como el de Zúrich. «La foto del podio la guardaré toda mi vida. Eran muchos años esperando algo así, con muchos tropezones, pero a todo el mundo le llega su oportunidad». Sus únicas medallas habían llegado en los Juegos Panamericanos y Mediterráneos.