Marion Jones estará en los Juegos Olímpicos de Atenas. Si finalmente no afloran complicaciones que nada tengan que ver con la propia competición, la mujer que dominó el atletismo mundial en los últimos cinco o seis años podrá intentar revalidar al menos una de las cinco medallas que ganó en la última cita olímpica, la del año 2000 en Sydney. Jones realizó un magnífico salto de 7,11 metros --el segundo mejor del mundo esta temporada-- en las pruebas de selección (trials) de EEUU y acalló algunas de las bocas que la habían estigmatizado después de su decepcionante quinto puesto en los 100 metros. Sólo los tres primeros de cada prueba llegan a los Juegos.

A pesar de la victoria, Jones no estaba ayer para fiestas en Sacramento (California). Sólo un comunicado hecho público a través de su abogado dejaba traslucir la satisfacción por estar de nuevos en unos Juegos, después de haber sufrido tantos contratiempos. "Estoy muy satisfecha con mi marca y muy ilusionada por estar por segunda vez en el equipo olímpico de Estados Unidos y poder ir a Atenas", decía el escrito.

INVESTIGADA EN SU PAIS Por lo demás, Jones no habló con la prensa y sólo se dirigió al público al final de la competición. "La prueba de hoy ha sido muy difícil", aseguró a los presentes emocionada. La velocista, que este fin de semana intentará también clasificarse en los 200 metros, ha tenido que superar infinidad de problemas.

En Sydney, Jones fue la reina del atletismo, al lograr tres medallas de oro (100, 200 y 4x400) y dos de bronce (4x100 y longitud). Ahora, en medio de un deporte estadounidense convulsionado por los continuos casos de dopaje que van aflorando sin parar, la campeona (que el año pasado no compitió, al ser madre) bastante trabajo tiene con intentar convencer a todo el mundo de que ella está (y ha estado) al margen de cualquier práctica ilegal.