El nuevo CAI Zaragoza está experimentando un cambio en el reparto de papeles ofensivos. Si en las últimas temporadas el equipo aragonés se había caracterizado por hacer del triple su especialidad, su arma favorita para devorar a los rivales, en el choque del domingo pudo verse un conjunto con más necesidad de balones interiores y menos atención por la línea de 6,75. Una transformación que obedece, por ahora y con la prudencia a la que obliga el momento del año, a la propia configuración de la plantilla. El equipo zaragozano dispone ahora de un mayor potencial en la pintura, con jugadores que deben recibir más balones porque tienen la capacidad de anotar como Norel, Katic y Jelovac, tres de los puntales ofensivos en la primera jornada.

Ese cambio puede cuantificarse en el número de triples que lanzó el CAI. Ante el Joventut, los jugadores caístas tan solo se levantaron en quince ocasiones desde más allá de los 6,75, cuando su media en los cuatro cursos anteriores ha estado por encima de los 20 lanzamientos por partido. El curso pasado fueron 23, 21,7 en la campaña 12-13, 23,2 en la 11-12 y 22,7 en la 10-11. En algunos encuentros, el número de intentos se elevaba incluso por encima de 30 y en toda la temporada pasada solo hubo una jornada en la que el CAI lanzara todavía menos que el domingo: los 11 con los que se quedó ante el Gipuzkoa en una de las peores derrotas del curso. Al reducido número de intentos se sumó la falta de puntería --provocada también por la escasez de tiros liberados-- para dar con una de las cifras más bajas de triples convertidos por el CAI Zaragoza: 4.

El equipo de Abós estableció su récord de triples en un solo encuentro con 17 conversiones y esa fórmula de buscar siempre un pase extra, de mover el balón hasta encontrar al tirador con espacio, era una de las señas de identidad del CAI y uno de los motivos de buena parte de sus triunfos. También explicaba alguna derrota por aquella ley que dice que el que vive del triple, muere del triple, un riesgo asumido que terminó dando más éxitos que disgustos. Ante el Joventut no solo hubo pocos lanzamientos sino que, en general, tampoco estuvieron muy bien fabricados. Al equipo le faltó fluidez, el balón no corrió lo suficiente y los exteriores no brillaron. Sobre todo Goulding y Robinson, de quienes se espera un rol más importante en la parcela ofensiva que el de otros exteriores como Tomás y Sastre e incluso Landry.

Menos tiros de campo

El único que mantuvo el tipo por fuera fue Kevin Lisch, con 13 puntos y 2/3 en triples, mientras que Robinson y Goulding erraron los dos que intentaron cada uno. El norteamericano se quedó en cuatro puntos, todos de fabricación casera, sin una gran elaboración colectiva, mientras que el australiano debe adaptarse aún al ritmo, de juego y defensivo, de la Liga española.

Los números de tres redundaron en que el CAI Zaragoza acabara lanzando menos tiros de campo de lo que era habitual en pasadas temporadas. El domingo, el equipo aragonés se quedó en 52 frente a los 60 que promedió la última campaña. No obstante, obtuvo hasta 28 lanzamientos desde el tiro libre, distancia desde la que solo desaprovechó dos de esos intentos con un magnífico 93% de acierto. El nuevo CAI busca los puntos de otra manera, ni mejor ni peor, atendiendo a sus posibilidades y las opciones que ofrece su plantilla. Ha pasado de dominar desde el triple a intentar hacerlo más cerca del aro.