El Espanyol aplastó ayer al Atlético (3-0) y salió, de momento, de la zona de descenso. La noticia pone los pelos de punta porque ese resultado afecta, y mucho, al Real Zaragoza. Los periquitos han levantado el vuelo y se han situado a un punto del conjunto aragonés, encareciendo de esta forma la permanencia en Primera División, que se había establecido en 41 puntos. Este resultado obligará al paquete de siete clubs que pelean por la salvación a un esfuerzo mayor para salir de un atasco que marca el Mallorca por abajo (36) y el equipo aragonés por arriba (38). Y hoy hay dos pulsos entre rivales directos: Racing-Albacete y Valladolid-Mallorca. Resumiendo: es muy posible que al conjunto que dirige Víctor Muñoz no le sirva un solo triunfo más para respirar tranquilo.

Pocos temen por la continuidad en Primera, pero muchos miran de reojo la clasificación, el calendario y la calculadora, sacada del fondo del cajón sobre todo después de lo ocurrido ayer en Montjuïc. Es una situación de incertidumbre, no de pánico, un no se qué instalado en la boca del estómago que rumia sospechas ligeras pero incómodas. El triunfo sobre el Sevilla permitiría una digestión tranquila para lo que resta de campeonato, por lo que, dadas las circunstancias, se antoja obligado doblegar al Sevilla en lo que se ha convertido en más que un partido.

MAYOR DIFICULTAD Pero el destino y Medina Cantalejo, su maldito profeta en San Mamés, han elevado el grado de dificultad con las bajas de Cuartero, Alvaro, y Milito para un pulso que antes de ir a Bilbao asomaba, hasta cierto punto, como asequible. Una línea defensiva diseñada por el gabinete de crisis técnico para recibir a un rival con aspiraciones europeas deja entreabierta, y mucho, la puerta del miedo. Ponzio y Pirri, en los laterales, y Rebosio y Toledo, de centrales. Ni laterales ni centrales naturales, salvo el peruano. La falta de compenetración puede suponer el mayor lastre de un equipo que podrá contar con Galletti tras la supensión cautelar que le aplicó el CEDD y con Cani en el banquillo, donde se sentará con la nariz recién operada y reñido con una máscara de protección que no se quiere poner.

El Real Zaragoza lleva demasiado tiempo negociando con la permanencia, desde hace cuatro semanas, cuando ganó en Balaídos. Un empate contra el Racing y dos derrotas frente a Valencia y Athletic, además de los pasitos que ha dado en este periodo el grupo de perseguidores del conjunto aragonés, han dejado un mensaje con un ligero sello de urgencia: vencer cuanto antes para evitar un final tenso. El próximo partido será en Albacete. Para ese viaje, mejor llevar equipaje.