El mundo está a punto de presenciar un partido de fútbol sin pelota. No se sabe cuánto durará, tal vez sean 90 días o 900, así que se anuncia un evento engorroso y feo, puramente político, con el deporte por excusa. El anuncio de la creación de la Superliga ha agitado el planeta Tierra por lo que supone de ruptura en el marco mental establecido de lo que es el deporte federado y el valor que tienen las victorias y las consecuencias que desencadenan las derrotas.

El invento de la Superliga, por si alguien lo desconociera, consiste en la creación de una competición que impulsan 12 clubs una competición que impulsan 12 clubsde fútbol europeo que disputarán entre ellos, más tres equipos con los que habían hablado y parece que se echen atrás solo parece- y cinco más a los que invitarían. De invento nada. En Estados Unidos, donde han levantado la ceja al escuchar el ruido, funcionan con ligas cerradas, sin ascensos ni descensos. Un deporte profesional que es puro entretenimiento.

Disidentes, separatistas, sediciosos

Esos 12 clubs de fútbol a los que ya llaman disidentes, separatistas, sediciosos -¿les suena?- son tres equipos españoles (FC Barcelona, Real Madrid y Atlético de Madrid), seis ingleses (Liverpool, Manchester United, Arsenal, Manchester City, Arsenal y Tottenham Hotspur) y tres italianos (Juventus, AC Milan e Inter de Milán). Los tres que no han firmado el documento son los alemanes Bayern Múnich y Borussia Dortmund y el francés París Saint Germain.

Se repartirían en dos grupos de diez para jugar una liguilla a ida y vuelta; los tres primeros se clasificarían para los cuartos de final y las dos plazas restantes se las jugarían el cuarto y quinto de cada grupo. Harían dos eliminatorias y una final para coronar al campeón. El torneo empezaría en agosto, se celebraría entre semana, acabaría en mayo en una sede neutral.

Nada nuevo. Nada original. ¿Cuál es el problema? Que pretenden funcionar al margen de las instituciones (ligas profesionales y federaciones, agrupadas a su vez en la UEFA y en la FIFA) y se organizarán como empresa. El dinero que ganarán, que es el verdadero motor de la ruptura -anuncio de ruptura- procede de EEUU (la empresa financiera JP Morgan Chase) y de los espónsors que vislumbran un gran negocio. Como todos. Incluso los organismos oficiales, que temen perder la principal fuente de beneficios que controlan y deciden como repartir.

El partido, por el ruido que se escucha, ya ha empezado. En el fondo, es un encuentro entre multimillonarios y supermillonarios disputándose centenares de millones. A un lado están los mejores (los clubs, las estrellas como Messi, Cristiano, De Bruyne, Ibrahimovic) y en el otro están todos los demás.

Amenaza de expulsión

El presidente del primer equipo es Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y cabecilla de la disidencia, y el otro es Aleksander Ceferin, el presidente de la UEFA, que ayer presentaba la reforma del Champions League a partir del 2024 para dar más dinero a los ricos, y se encontró con que los ricos anunciaban urbi et orbe, que pasaban de él. “Es un escupitajo en la cara de todos los amantes del fútbol”, clamó el dirigente esloveno.

El danés Jesper Moller, miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA, supo expresar el enfado de sus compañeros al verse violentaos por el comunicado del domingo por la noche del grupo de los 12. "Los clubs deben irse, y espero que eso suceda el viernes. Habrá una reunión extraordinaria del comité ejecutivo. Allí tengo la expectativa de que los 12 clubs sean eliminados", afirmó Moller a una emisora de radio danesa.

Al estadio, abierto, inmenso, asistirán seres que no distinguen un balón de un melón y políticos que saben más de pelotas de goma que de cuero. La demagogia va a campar por las infinitas gradas, fomentando el vocerío de cualquier campo de fútbol real. Emitió un comunicado Emmanuel Macron, el presidente de Francia, feliz por la renuncia de sus clubs un postureo momentáneo- y Boris Johnson, el primer ministro británico, tras lamentar el domingo que se había producido un golpe al corazón del fútbol inglés, garantizó: Haré todo lo que sea posible para bloquear la participación de los seis equipos ingleses.

Internacionales sin selecciones

Y como si se tratara de un partido con futbolistas de verdad, durante la disputa, habrá jugadas de todo tipo. Durará mucho, el lío, recuerden. Ninguna propia de Messi, ninguna que firmaría Cristiano, ninguna con el sello de De Bruyne. Habrá juego subterráneo, negociaciones secretas, concesiones inconfesables y presiones. Ceferin aseguró que los futbolistas de los clubs implicados tendrían vetada y prohibida su llamada a las selecciones.

Ellos no participarán. La inmensa mayoría se escudará en lo que diga el jefe. Y alguno que se posicionó a la primera escuchó más vítores que pitos por el mensaje lanzado a la grada.

Ander Herrera, futbolista del París Saint Germain, exfutbolista del Manchester United, quiso terciar. Habló de su amor por el fútbol popular, del fútbol de los aficionados, del sueño de ver al equipo de mi corazón competir contra los más grandes, escribió el centrocampistas surgido del Zaragoza y fichado luego por el Athletic. Creo en una Champions mejorada, pero no en que los ricos roben lo que el pueblo creó, como si Nasser al Khelaifi, el presidente del PSG, fuera un benefactor social o que los propietarios del United, estadounidenses, tuvieran una vocación puramente solidaria.

Habrá un empate con un acuerdo en el que todos se darán por vencedores, nunca por vencidos.