La buena gestión de la zona es una tarea indispensable para ganar. Este axioma fue memorizado por la directiva del CAI la pasada temporada. Por ello, el club apostó gran parte de su inversión en su cumplimiento. En teoría, Reynolds, Brown y Asier García resultan una combinación convincente para abrir la caja fuerte de la ACB. De ese planeta provienen pero, sin embargo, su aportación en la terrenal LEB ha dejado, hasta el momento, demasiados claroscuros, muy oscuros en el caso de Brown.

El modelo de tú reboteas que yo ya anoto (Otis-Lester u Otis-Walls) quedó archivado en Granada. Quintana promovió la filosofía del puzzle interior. Que todos hagan de todo. La idea aún no ha cuajado. El cortocircuito más importante lo crea Brown. El pívot es con distancia el jugador de la plantilla que está aportando un rendimiento más bajo con respecto a sus expectativas. Reynolds y Asier, sobre todo este último, han realizado actuaciones acordes a su perfil, aunque precisan ser más regulares.

Brown no llegó al CAI como primer plato. El menú lo encabezaban Richard y Brent Scott, que fueron reclamados por la ACB. A Brown no lo quiso nadie en la élite y cayó a la LEB. John debía ser el hombre rudo en la cadena, el 5 puro. Sin embargo, en cuatro meses ha sido más conocido por su petición de ser suplente en Zaragoza que por su brillo. Su rendimiento debe mejorar en la segunda vuelta. Si no, no seguirá mucho tiempo.

El contrapunto

Reynolds es el contrapunto a su compatriota. Activo y conocedor de la Liga, su compromiso ha ido en aumento y ya no es raro que termine los partidos con dobles figuras. Lidera al equipo en puntos (12) y en rebotes (7). Su falta de altura le condiciona en choques con cuatros más potentes, lo que contrarresta con velocidad y versatilidad.

Asier García es el termómetro del CAI. Su resurrección y la del equipo llegaron de la mano. Cuando liquidó su pasado de triplista y pisó la pintura , la metamorfosis global fue evidente. Eso sí, su juego debe ser más consistente y regular, sobre todo en el rebote.

La llegada de Borja Fernández, recientemente renovado, es un pívot limitado en apariencia y derrochador de trabajo y obediencia. El gladiador ha encandilado al Príncipe Felipe con su ímpetu.