El Museo de la Pasión Boquense lleva 17 años acumulando en su interior los mayores logros de Boca Juniors, aunque guarda un lugar especial para la 'Séptima', el trofeo más esperado de su historia y que el club disputará contra su eterno rival, River Plate, en la final de la Copa Libertadores, cuyo primer partido se disputa este sábado.

Inaugurado el 3 de abril de 2001 y situado en las instalaciones del estadio de la Bombonera, fue el primer museo temático futbolístico de Argentina y entre sus paredes hay reliquias tales como una camiseta firmada que Pelé obsequió en 1963 al argentino Antonio Rattin, o una pelota autografiada por el tenista Juan Martín del Potro, actual número cuatro en el ránking mundial.

Boca Juniors está a solo dos partidos de igualar las siete Copas Libertadores que tiene en su poder el Club Atlético Independiente. "Estamos muy deseosos de ganar la' Séptima'", explicó en diálogo con Efe Pablo Eberle, uno de los guías que trabaja en el museo, quien también como aficionado desde la cuna considera que esta copa es para los hinchas "una obsesión".

Un título "especial" y "distinto" a los ya ganados es el que está por disputarse frente a River Plate, que contaría su Libertadores número cuatro. Una copa que Eberle colocaría "arriba de todo, en el lugar más alto", donde todo el mundo pueda ver a la 'Séptima' que haría de Boca e Independiente los clubes con más Libertadores del continente.

EL BARRIO

"Quedaría definitivamente en la historia, el club ya es muy grande, para mí el más grande de Argentina. Sería el broche de oro para la exitosísima historia del club", opinó Eberle. El partido de ida de las finales de la Libertadores el próximo sábado tendrá lugar en la histórica Bombonera, parada principal en la visita el museo, en la que los turistas pueden fotografiarse en el césped del estadio con una de las Copas Libertadores conseguidas.

Los miles de transeúntes que recorren el barrio xeneize no pueden evitar por estos días ver más camisetas azules y amarillas que nunca, a pesar de que el joven guía aseguró que el museo recibe las mismas visitas de siempre y que el esperado encuentro no ha supuesto un cambio para un barrio tradicionalmente turístico.

Entender el barrio de La Boca es entender la historia xeneize, pues entre sus estrechas calles en las que siguen resonando tangos y sus casas 'conventillos' se cuenta la historia de todo un país, que vio cómo el presidente de Boca se convertía en el presidente de la nación. "Mauricio Macri comenzó su carrera política acá en Boca, es hijo de una familia de empresarios que siempre estuvo relacionada al estado. Macri comenzó trabajando en las empresas del padre, pero su gran pasión siempre fue Boca", relató Eberle.

Desde 1995 hasta el 2007, el ahora presidente de Argentina fue el máximo titular del club y en palabras del guía, guió al equipo durante sus mejores años. Bajo su mandato, Boca se hizo con cuatro de sus copas Libertadores. "La gestión de Macri en el país no ha sido igual de exitosa que acá en el club, por eso está visto un poco de reojo. Sin embargo, hay mucha gente que le cuenta todos los lunares, hay gente que sigue confiando. Es un tema aparte que ya involucra a los 40 millones de argentinos", indicó el joven.

EL TRIUNFO ANTE EL MADRID

Una "época dorada", sobre todo en el terreno internacional en el que, además, superó al máximo rival extranjero contra el que ha competido, el Real Madrid en la Copa Intercontinental 2000, y que debe sus colores a una intervención también extranjera. "Acá en Buenos Aires había otro equipo que usaba el celeste, llamado Nottingham de Almagro. Los dos equipos deciden jugar un partido para ver quién se iba a quedar con el color de la camiseta celeste y Boca lo pierde", añadió el portavoz del museo.

Juan Rafael Brichetto, el tercer presidente de la historia del club, se dirigió inmediatamente al puerto de La Boca y propuso que el siguiente barco que llegara a él portaría sus futuros colores, que finalmente adoptó de un barco sueco.Un emblemático templo azul y amarillo, un lugar reconocido en todo el mundo que espera completar la caja con el bombón más dulce de todos, aquel que se le gana al máximo rival, para exponerlo con orgullo entre sus cuatro paredes.