Hay algo o mucho en Nayim que dice que dice la verdad, la auténtica, reconocible en la distancia y en la proximidad cuando de su boca sale una sílaba como suficiente y arrebatador discurso. Desprendido de estrategias, posiciones políticas, intereses personales o pasiones encendidas, no es un satélite del planeta Kadir aunque comparta convencido el singular oxígeno del alemán-paquistaní. Nayim, mientras Láinez se indignaba con razón y Sheikh callaba dolido por no cerrar el acuerdo de compraventa del club, mantuvo la sonrisa y una paz contagiosa, seguro de que el Real Zargaoza no tiene otro futuro que el diseñado por él venga de donde venga el capital, proceda de donde procedan sus acompañantes.

Gigi está convencido de que todo se hará. Lo dijo ayer de tal forma que es inevitable verle mañana sentado en un despacho del club, recibiendo uno a uno a todos los zaragocistas del planeta para explicarles paso a paso que viene para devolverles la dignidad con una gestión transparente y un futuro de regreso lento pero seguro hacia lo que fue. Y pagando desde el primer al último empleado corra por el césped o lo cuide. Durante una tarde para que los nervios y la desesperanza se desataran sin posibilidad de anudarlos, Nayim mostró pulso templado frente al puzzle de las conspiraciones, las medias verdades y las negociaciones sin ortodoxia alguna.

El exjugador cogió el volante en una tarde de curvas criminales y envió un mensaje directo. "No les queda otra que vendernos el club". Investido por el aura de los mitos y un cabello blanco peinado por los vientos de las personas cabales, su fortaleza es sin embargo humana. Siempre lo ha sido y tratará de que ese factor resulte definitivo y seductor en la operación por muy complicada o imposible que parezca a estas horas. Si la montaña no va a Nayim, Nayim irá a la montaña por el Real Zaragoza. "Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo" (proverbio árabe).