Sucedió en el verano del 2006. Fue en la conquista del Gasherbrum II por un equipo militar del Mayencos y el Grupo Militar de Alta Montaña de Jaca. «Hicimos cima un civil y tres militares, entre ellos Fernando Yarto, que entonces era capitán. En la bajada iba con Kiko Borja, este se cayó y le dejó incapacitado a 7.800 metros. La gente próxima a ellos se desentendieron y fueron a hacer su cima y otros se fueron para abajo. Fernando se quedó él solito con Borja. Esperaron un rescate que no sabían si podría llegar. Esa es la imagen con la que me quedo de Fernando, de su espíritu de entrega, silencioso y ejemplar», explica el coronel Alberto Ayora tras el fallecimiento el 10 de octubre del comandante Fernando Yarto, un comandante destinado en la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales de Jaca, que falleció el 10 de octubre por un disparo fortuito mientras supervisaba un ejercicio con fuego real en el campo de tiro de Las Batiellas.

Yarto sucedió hace once años a Alberto Ayora. «Fue el que me sustituyó en el curso de montaña. A la vez, era el responsable de la planificación de actividades del Grupo Militar de Alta Montaña y también le pasé el testigo cuando me fui», explica Ayora, que ahora es coronel en la Escuela de Logística de Calatayud y responsable del comité de seguridad de la Federación Aragonesa de Montañismo. «Era muy entrañable, calladico, discreto, muy humilde y, sobre todo, un tío noble y un buen compañero. Vivía la montaña desde pequeño y comenzó como yo en los scouts de Burgos», valora Ayora.

Yarto subió dos ochomiles, el Cho Oyu (8.201 metros) en el 2001 y el Gasherbrum II (8.035 metros) en el 2006 y estuvo en el Dhaulagiri, el Manaslu y el Lhotse. También ascendió al Pico Lenin, el Khan Tengri y la Pirámide de Carstensz. «Era un gran deportista, muy fuerte, delgado, alto. Tenía una resistencia envidiable y técnicamente era muy bueno. En esquí de fondo y esquí de montaña era muy fuerte», explica Ayora. Yarto y el propio Ayora tenían un proyecto en su mente. Una expedición a la península de Kamchatka. «Lo preparamos en el 2010. Se denominaba ‘25 años. 25 volcanes’. Si fuera posible me gustaría recuperarlo como homenaje a Fernando», reconoce Ayora, que nació en La Seu d’Urgel hace 55 años.

El brigada Adriano Martín, Pincho para los amigos, estuvo destinado junto a Fernando Yarto desde el 2005 en la Escuela Militar de Montaña de Jaca. «La relación se convirtió en personal a tiempo completo prácticamente, hasta el pasado 10 de octubre. Infinidad de jornadas de trabajo en aula y campo, en los que aprender de él, de su sabiduría y de su forma de ser y estar. Salidas a la montaña de verde y rojo. Por España, por los Alpes, por cualquier sitio», dice Martín, que confiesa que Yarto «era para mí una mezcla de hermano mayor y padre». Martín comenzó su relación con Yarto en 1998. «Fui destinado a Pamplona, donde conocí a un flaco larguirucho, que todo el mundo decía que era un poco raro, y una máquina de la montaña».

SUS CUALIDADES

Cuatro cualidades destaca de Yarto. «Era leal. En sentido vertical. Hacia los lados, como forma de compañerismo. Y descendente. Y esa era su máxima virtud, la confianza ciega que podía tener hacia sus subordinados». Por otro lado, Yarto era resilente. «Era increíble la capacidad de recuperación de este hombre. Algo cerca de lo sobrenatural. Capaz de caerse desde 50 metros, romperse desde el cuello hasta las rodillas pasando por todos los huesos intermedios, y seguir tras recuperarse igual que antes. Pero en los psíquico, capaz de salir de sus cenizas tras episodios desagradables, igual que los empezó»

Su tercera virtud. «Era capaz. Todo lo que se proponía lo conseguía. Tras involucrar a quien le tocaba, se ponía en ello, buscando la máxima eficiencia». Por último, era amigo. «Cuando te tenía en su estima, te ordenaba como subordinado, te exigía más que un subordinado, pero te daba todo», afirma.

El cabo primero Kiko Borja siempre recordará el día que se quedó a ayudarle Yarto bajando el G-II. «Juntos sufrimos éxitos y derrotas, muchas expediciones y varios contratiempos en los cuales dimos la cara. En uno de los peores accidentes que tuvimos en montaña fuiste el primero en dar la cara por mí y sinceramente pienso que sin ti, y el resto de compañeros, hoy no estaría escribiendo estas palabras. Siempre me decía que fuera parco en palabras. Que los hechos hablarían por mí». La última expedición en la que coincidieron fue al Khan Tengri. «Hicimos cumbre juntos. Te doy mi hasta siempre mi Comandante. Nos vemos en las cumbres», finaliza Kiko Borja.