Lo que dice Peter Luccin es muy diferente de lo que diría si, como sugiere de veloz pasada, la directiva decidiera echar a todos los jugadores en lugar de hacerlo con el entrenador. Explica bien que la causa de la crisis no es exclusiva del técnico y reparte responsabilidades, una tonadilla por la que se arrancan la mayoría de los futbolistas en situaciones límite como la actual. Quizás habría que estudiar esa medida pionera que propone el francés siempre y cuando la revolucionaria proposición dejara libre de toda responsabilidad económica al club (nóminas y lo desembolsado por traspasos incluido) para fichar otro equipo completo. Duración del contrato por objetivos a medio plazo, podría denominarse. En todos los oficios, el error grave se resuelve con el despido y nadie levanta la voz.

Como el Zaragoza iba para la UEFA y va camino de luchar por la salvación, todos a la calle y que Víctor Fernández vuelva a construir un nuevo proyecto. Es muy probable que, en esa tesitura de echar a 23 en lugar de a uno, Luccin y muchos de sus compañeros juraran que aquel 22 de septiembre de 1963 no era Lee Harvey Oswald quien estaba con un rifle en Dallas, sino Víctor, y hablaría de que siempre pagan los platos rotos los mismos. En este improbable sainete, sería curioso (apoteósico) ver al entrenador solidarizarse con sus muchachos.

El centrocampista también rebozó su intervención con otra serie de tópicos, entre ellos el folclórico de que un técnico nuevo no mejoraría el rendimiento actual porque debería comprender a un grupo que desconoce, teoría que tiene su contrincante en a entrenador nuevo victoria segura. Cuando Víctor relevó a Ildo Maneiro en 1991, colaboró a evitar que el Zaragoza descendiera, disputó dos finales de la Copa ganando una, venció en la Recopa y participó en una Supercopa de Europa. Sobre esa incuestionable verdad y un fuerte impulso de leyenda mediática posterior, Fernández ocupa un privilegiado lugar entre los preparadores españoles y, como todos ellos, sabe que los que hoy le respaldan, mañana dirán que estuvo en Dallas. Para qué el drama y la posturita... Como si la afición, además de paciente con tanta vedette, fuera tonta.