Javier Clemente, el exseleccionador español, tiene casa en Peralada, una localidad situada en el Alto Ampurdán (Gerona), muy cerca del norte de la Costa Brava. El Rubio no viene aquí para hablar de fútbol, sino para practicar el golf, un deporte que eligió para evadirse de la terrible tensión que sufrió cuando fue despedido del Athletic en 1985 y que ahora domina con cierto desparpajo. En medio de este paisaje paradisiaco y ausente de cualquier estrés, un remanso de paz con 5.990 metros y 18 hoyos (par 71) para disfrute de los amantes del golf, se eleva con mesura y buen gusto urbanístico un atractivo hotel de 55 habitaciones donde el Real Zaragoza se concentró ayer para preparar la final de la Copa.

El peritaje hostelero se ajusta a la realidad. Es un centro catalogado de cinco estrellas por la calidad de los servicios que ofrece y por el entorno natural que lo envuelve, una delicia insonorizada, preñada de sus tradicionales viñedos y perdida a propósito, a tan sólo 15 minutos de la playa y a una hora de Barcelona. El precio de las habitaciones (ahora en temporada baja) oscila entre los 145 euros de las más económicas a los 450 en las de más alto nivel, y en todas ellas se puede acceder a internet.

Circuito termal

El golf se respira sin excesivo esfuerzo. Cualquier vista ofrece su magnífico campo como reclamo, un manto verde y seductor con una piscina y un lago junto al edificio principal. El Hotel Peralada, que esta misma tarde después de comer abandonará el equipo para desplazarse a Barcelona, dispone otra sugerente oferta: un spa muy singular donde el vino es el gran protagonista. La novedad con respecto a otros centros de similares características es que en éste se aprovecha el influjo de su tradición vinícola para mejorar la salud de los visitantes. Se utilizan tratamientos con derivados de la uva para favorecer, entre otras cosas, la circulación de la sangre.

En este edén está un Zaragoza que quiere dar el golpe en su décima final. Por supuesto, hay un campo de fútbol en Peralada.