Hay quien quiere ver en la decisión de Florentino Pérez de colocar a Mariano García Remón (Madrid, 1950) al frente de la plantilla del Madrid un reconocimiento implícito de que el presidente blanco se equivocó con Camacho. La llegada del murciano respondió a intereses electorales y puede que Pérez no haya hecho todo lo que podía por convencer al dimisionario para que diese marcha atrás.

El beneficiado ha sido García Remón, tan amigo de Camacho como de Vicente del Bosque, el hombre que desde la distancia no puede evitar una sonrisa maliciosa ante los palos de ciego que sigue dando Pérez, sin duda arrepentido a estas horas de haberle dado boleta por cuestiones de imagen.

Ahora resulta que en el banquillo blanco vuelve a sentarse una persona de perfil bajo, que como entrenador no ha alcanzado ningún relieve y cuyo carácter está cerca del de Del Bosque. Las lágrimas estuvieron a punto de saltársele ayer al coger el testigo que le entregaba su compañero de fatigas durante años como jugador blanco, cuando protagonizaba aquella bonita competencia con Miguel Angel en la portería, y en estos tres meses en los que ha sido tercer técnico del Madrid.

Trayectoria gris

Un salto digno del Gato de Odessa , sobrenombre que recibió tras un soberbio duelo ante el Dinamo de Kiev en 1973, muy lejos de su retirada (1985-86). Es una incógnita si Pérez ha consultado al vestuario la conveniencia del relevo, pero es claro que la elección responde a la convicción profunda del dirigente de que sus estrellas serán mucho menos incomodadas que con Camacho.

El currículo como técnico no es lo que ha llevado a Florentino a darle su confianza. Después de dirigir al filial madridista, donde tuvo precisamente a su antecesor como segundo, dio el salto a Primera en 1993 con el Sporting. El equipo asturiano acabó 14º el primer año y 18º en el segundo y no fue renovado. En la 1995-96 volvió al Madrid como segundo de Arsenio Iglesias y acabó al frente del equipo tras la marcha en mayo del gallego para cerrar una campaña negra, en la que los blancos no se metieron en Europa. Sus últimas experiencias han acabado en despido. Le ocurrió en el Salamanca (1999-00), en el Numancia en su vuelta a Primera (2000-01) y en el Córdoba (2001-02).

Ahora tiene una oportunidad con la que no podía ni soñar. "Es difícil que el Madrid se fije en una persona como yo", admitió en su primera rueda de prensa, convencido, eso sí, de que sabrá ganarse la confianza de "unos jugadores dolidos, a los que se está haciendo un doble juicio". Una coyuntura que espera revertir sin convertirse en un nuevo Del Bosque: "No lo tengo en mente. Vicente ha sabido manejar este grupo de una forma sensacional y ésta es una situación muy distinta a la de hace cuatro años".