Inacabable como un maratón, pero con fases emocionantes y trepidantes, como una buena final de 1.500 metros. Así se podría sintetizar la realización televisiva de las casi cuatro horas de inauguración de los Juegos de Atenas, fastuosa ceremonia que se celebró el viernes y que Xavier Garasa y Víctor Santamaría, realizadores especializados en transmisiones deportivas, califican como un excelente espectáculo televisivo.

Ambos profesionales consideran que, al igual que el de Barcelona en 1992 fue un punto de inflexión, el show de Atenas abre un nuevo camino. "Se ha pasado de los grandes movimientos de masas a una apuesta por la tecnología y el teatro", explica Santamaría. El responsable de la realización de deportes de Canal+ destaca el espacio escénico que dio el lago en el centro del estadio. "Algo muy novedoso, al igual que aprovechar del espacio aéreo, que permitió una tridimensionalidad muy original. Todo aparentemente muy sencillo, pero de gran calidad y muy visual", apunta el responsable del canal de pago.

Garasa, responsable de la realización deportiva de Televisió de Catalunya, también resalta la calidad y la originalidad de la ceremonia: "Aunque no sea comparable, la inauguración de Atenas ha sido bastante más televisiva que la de Barcelona en 1992, precisamente porque no había grandes movimientos de masas en el espectáculo, que son difíciles de seguir en televisión", explica Santamaría.

Para el realizador catalán, el espectáculo ha sido "elegante, sencillo, con mucha tecnologia en juego y con una realización muy trabajada, aunque poco arriesgada para no perder ningún plano". Garasa señala que la realización le recordó la de Barcelona en los Juegos de 1992. Y no es casualidad: el responsable de la retransmisión ha sido José Ramón Díez, quien ya fue el responsable en el 92.

Ambos realizadores también comparten la idea de que más de dos horas de desfile de atletas es "pesada" y "se hace eterna". "Es lo mismo de siempre, y se debería renovar, pero es algo muy difícil", reconoce Garasa. Santamaría apunta que, al menos, en este tramo se pudo lucir TVE con sus cámaras, que permitieron centrarse en la eufórica delegación española.

El único pero que ambos ponen al espectáculo es precisamente el final. "Se me hizo muy larga toda la parafernalia tras el desfile", señala Santamaría, quien destaca en esta fase final, como el mejor plano televisivo, cuando empieza a subir el pebetero ya encendido. Garasa remata la idea: "Es que fue poco emocionante". Y ambos realizadores coinciden de nuevo: el momento mágico que se vivió en Barcelona hace ya 12 años, con la imagen de un arquero encendiendo el pebetero, sigue siendo insuperable.