El estreno de Rafael Nadal y Garbiñe Muguruza no fue precisamente plácido. La hispanovenezolana, campeona del torneo en el 2016, lo presumía tras conocerse el sorteo que la emparejó a la rusa Svetlana Kuznetsova. El 10 veces campeón de Roland Garros se lo podía esperar menos ante un rival que había caído de la previa, como el italiano Simone Bolelli (129 mundial), sustituto a última hora del ucraniano Alexandr Dolgopolov, que renunció por lesión.

Tanto Nadal como Muguruza tuvieron que esmerarse sobre la pista. Nadal lo resolvió en dos días. El lunes la lluvia obligó a suspender su partido cuando dominaba por 6-4, 6-3 pero perdía el tercer set por 0-3. Ayer en la reanudación, también con cielo plomizo y llovizna, tuvo que emplearse a fondo para no ceder la tercera manga ante un Bolelli que dispuso de cuatro set balls en un tie break en el que tuvo una ventaja en el marcador de 6-3. El número 1 mundial, que había comenzado recuperando la desventaja de 0-3 con la que se reanudó el partido, necesitó apretar los dientes para salvar la situación. «El tercer set ha sido complicado. Tocaba sufrir, aguantar y luchar por cada punto ante un rival que le pegaba a todas las bolas», explicaba Nadal. Hoy volverá a la pista ante el argentino Guido Pella (71 mundial).

Muguruza también tuvo que demostrar su jerarquía como número 3 mundial y campeona de París para deshacerse de una dura competidora como Kuznetsova, campeona del 2009, aunque actualmente a otro nivel.

La tenista rusa (41 mundial), aprovechando la lentitud y la pesadez de las bolas por la llovizna, obligó a la hispano venezolana a no despistarse desde el inicio del partido. Muguruza, consciente del peligro, estuvo muy sólida, rápida de piernas y efectiva para superar el primer examen.

Vestida con un ceñido mono negro y un cinturón rosa, la exnúmero uno Serena Williams reapareció en un Grand Slam ocho meses después de dar a luz a su hija Alexis Olympia. Serena, ahora 457 mundial, ganó a Krystine Pliskova (7-6, 6-4).