Ciento cincuenta de las 552 futbolistas que disputan el trono mundial en Francia-2019 no habían nacido cuando Miraildes Maciel Mota, más conocida como Formiga (Hormiga) -por su incansable trabajo-, debutó con tan solo 17 años en el Mundial de Suecia de 1995. Desde entonces, la centrocampista brasileña solo ha acumulado cifras para la historia y halagos para convertirse en una de las jugadoras trascendentales para la amarella. Tanto es así que cuando el técnico Vadao le pidió volver de su retirada, el mensaje convincente fue claro: «No hay otra igual».

Un solo minuto de Formiga en este Mundial de Francia supone un hito para enmarcar. La jugadora del París Saint Germain, con 41 años, se convertía en la primera persona en jugar siete ediciones de una Copa del Mundo. No jugó 1. Jugó los 90 minutos, en el resolutivo estreno de Brasil frente a Jamaica (3-0)

Hasta ahora compartía registro con la japonesa Homare Sawa y superaba por muy poco los registros masculinos de Rafa Márquez, Antonio Carbajal y Lothar Matthäus, quienes estuvieron presentes en cinco. Será también la futbolista de más edad en jugar, superando a la estadounidense Christie Rampone, quien dejó la marca en Canadá 2015 con 40 años y 11 días. Solo le quedará por delante Roger Milla, que hizo lo propio en 1994 con 42 años y 39 días.

En el camino de la centrocampista hay éxitos deportivos en varias Ligas, pero una vía de sufrimiento hasta cumplir su sueño de jugar al fútbol. Nacida en 1978 en Salvador de Bahía, Miraildes sufrió el acoso de la calle por practicar un deporte que no se le atribuía a la mujer. Protagonista en Brasil, Suecia, Estados Unidos o Francia, ahora quiere un último intento con su país: «Tengo un sueño, ganar la Copa del Mundo y llevarla a Brasil. Y para eso tengo que estar en buena forma».

El título más deseado // En el 2016 se había retirado de la selección, pero dos años después dio la sorpresa con un anuncio que asombró a sus seguidores: «Es lo que deseo. La Seleção no tiene a nadie en mi posición y el entrenador me dijo que me necesitaba para clasificarnos». Lo que no sabía entonces es que no solo iba a disputar esta previa, sino también el título que ansía después de caer en semifinales en 1999 y en la final de 2007.

Pelé, Sócrates o Garrincha están en la mente de cualquier aficionado al fútbol por sus logros. Pero aunque no han levantado el trofeo mundial al cielo, Brasil tiene también presente a las jugadoras que les han hecho soñar con igualar los éxitos con el equipo femenino: Marta, Cristiane y Formiga, tres veteranas que afrontan su último torneo la ilusión de unas niñas.

Brasil llega a esta cita en un momento crítico. La segunda etapa de su seleccionador Vadão sigue una línea descendente en la que solo caben las derrotas en los últimos meses ante rivales como España, Estados Unidos, Japón, Inglaterra o Escocia. En el momento de mayor necesidad, Formiga responde: «Lo pensé mucho, pero la idea de que no estuviéramos en la Copa del Mundo era insoportable. Decidí ayudar y en ese momento no tenía más intención, pero me gusta llegar a los límites... Entreno mucho, estoy dedicada totalmente a entrenar y al fútbol. Mi sueño es ganar esta Copa». ¿El secreto? «Duermo mucho», bromeó Formiga.

ESPAÑA / Por su parte, España respira tranquilidad después de ganar el primer partido en un Mundial. La victoria ante Sudáfrica (3-1) ha generado un clima agradable. Pero en un día de relajación, donde las titulares jugaron al ping pong en las instalaciones de Deauville y las suplentes hicieron compensación física, la gran incógnita es si Jorge Vilda mantendrá el mismo plan de juego en el encuentro ante Alemania el miércoles.