Alberto Martínez ya es un clásico del alpinismo y de la historia del pireneísmo aragonés. Y está de enhorabuena. A finales de julio vio la luz el libro número 25 de su currículum. Es una joya que se titula Excursiones a nacederos y que publica SUA. Son 40 excursiones sencillas por los nacimientos de ríos aragoneses. Una veintena son en la provincia de Huesca, ocho en Zaragoza y una docena en Teruel.

Con 56 años, lleva más de 30 en Montañeros de Aragón. Su primer libro en el año 2000 trataba sobre la Brecha de Rolando. De su extensa producción no tiene duda con cuál de sus hijos quedarse. «Fue muy satisfactorio el que trata sobre los picos de la provincia de Zaragoza y que salió en marzo. Participar con Eduardo Viñuales me agradó un montón. Había sierras que no conocía y descubrí los relieves de mi provincia. Explorar la alta Zaragoza me gustó muchísimo y subí el vértice Algarayeta, en la punta de mi provincia», afirma.

Excursiones a nacederos fue un encargo editorial de SUA. La filosofía de la obra es hacer «una guía eminentemente práctica. Son ríos nacidos en Aragón con itinerarios por nuestras tierras. Están en parajes muy bonitos, muy vírgenes, muchos de ellos de montañas o de sierras, aunque alguno es urbano».

El mayor aporte es la provincia de Huesca. «A ella he dedicado la mitad del libro. Zaragoza es la que menos aporta, 8 en total y Teruel, 12». La mayor parte de las excursiones son entre fáciles y muy fáciles, a la medida de los niños. «Hay un croquis de la excursión, que se debe apoyar con un mapa. Explica las horas, el desnivel, el kilometraje y la dificultad». Los recorridos son de un espíritu excursionista más que montañero. «Tienen senderos claros y fáciles. El río facilita mucho el no perderse puesto que es nuestro compañero de viaje, aunque ralentiza mucho nuestra marcha. Ir a lado del río exige una atención distinta a nuestras marchas de montaña», apunta.

El prólogo lo firmó Eduardo Martínez de Pisón. «Es más un texto introductorio y es una preciosidad». Hay seis excursiones que son especialmente complicadas. «La Fuentes de Escuaín es un sendero fácil, pero bastante vertiginoso. Si está resbaladizo o ha llovido puede ser bastante complejo». Tampoco es sencillo el de la Fuente del Baladre en el río Huecha. «Es un recorrido de aventura con una senda difícil de seguir. Va por un bosque muy húmedo y resbaladizo, lo han desbrozado hace tiempo, pero se puede perder la senda y hay que saber orientarse bien. Es muy largo, se sube por uno de los ramales del Huecha y se baja por el Horcajuelo», apunta.

El más complicado es el del nacimiento del Garona. «Se origina en el circo de Salenques y son solo cuatro kilómetros por Huesca. Hace falta ser un montañero con cierta experiencia y desde la Besurta son casi cinco horas y 482 metros de subida». El Gave de Pau nace a los pies del lago Helado del Monte Perdido. «No tributa al Arazas y se marcha al otro lado, al circo de Gavarnie. Se descubrió en 1944 mediante tintes». Otro río que se va al Atlántico es la Gave de Aspe naciendo en La Chorrota, junto a Candanchú.

La elaboración del libro ha costado 15 meses de dedicación exhaustiva. Uno de los atractivos son las magníficas fotos que ha hecho él mismo. «Hablé antes con Eduardo Viñuales, que es un gran fotógrafo de naturaleza y me vinieron muy bien sus consejos. También me ayudó a confeccionar el listado original, que eran de cien nacederos. Para elegirlos lo importante es que fueran recorridos variados y que cada uno aportara una cosa distinta. Teruel solo ya merece un libro por sus ríos tan bonitos y puros».

Martínez recomienda para el final del verano una excursión en cada una de las provincias. «En Huesca me iría a los ibones de Villamorta, que es donde nace el Ésera. Se puede dejar el coche en el Hospital de Benasque o en La Besurta. Hay unas magníficas vistas de la Maladeta y el Aneto y es para todos los públicos». De Zaragoza elige el río Ginel. «Es un río muy chiquitín de ocho kilómetros en la Salada de Mediana y había ido con bici por allí. Es una zona desértica y acudir a sus fuentes es una maravilla». En Teruel se queda la balsa de la Costanilla en el nacimiento del río Huerva, «Está en la sierra de Cucalón y tiene varios nacederos», concluye el escritor aragonés.