Un arranque de curso sirve, ante todo, para marcar sensaciones. Nada es decisivo a estas alturas, pero sí es importante las señales que se emiten y el Barcelona transmite una imagen poderosa, muy distinta de la que ha vivido en las últimas temporadas, un lustro de auténtica travesía por el desierto. La renovación comenzada por Laporta el año pasado se ha culminado en éste con un bloque que sigue teniendo en Ronaldinho a su máximo estandarte, pero que no depende ya sólo de la genialidad del brasileño. Siete fichajes (Eto´o, Larsson, Deco, Giuly, Belletti, Sylvinho y Edmilson, además de la continuidad de Van Bronckhorst) y un desembolso total de más de 60 millones de euros marcan una nueva era en el Barcelona, en el que por fin Rijkaard ya tiene un guión definido y con los actores necesarios para llevarlo a cabo. El resultado: un equipo que ya ha impresionado a sus rivales y que ha hecho renacer la ilusión de la afición.

Porque el Bar§a destila otro aire. No sólo en el acierto en sus fichajes, algo que no sólo intuye la grada sino también sus rivales, también en el fútbol que ofrece. Ya se le notó en el tramo final de la temporada pasada, pero ahora Rijkaard se ha encontrado con un vestuario renovado --Kluivert, Luis Enrique, Reiziger, Overmars, Saviola, Cocu o Quaresma ya no están--, con mucha más ambición y no menos calidad. Con la base del equipo perfilada (Valdés, Puyol, Xavi y Ronaldinho), el técnico holandés le ha añadido las piezas para configurar un bloque que tiene en el fútbol al primer toque y en la velocidad sus dogmas, pero que también está muy trabajado en el aspecto defensivo, como lo demuestra que ya el año pasado fue el menos goleado y en esta Liga ha sido el último equipo en encajar un tanto.

Plantilla corta

Le ha quedado, eso sí, una plantilla corta para afrontar tres competiciones, sólo 20 jugadores, teniendo en cuenta la grave lesión de Motta, baja para seis meses y que no va a ser sustituido, pero eso se compensa con la polivalencia de Edmilson, Márquez o Gerard, de tal manera que sólo Giuly en la banda derecha no tiene un sustituto claro.

Con ese buen ambiente, con el respaldo de los resultados y con la convicción tanto de la grada como del equipo de que se los días de sequía tras cinco años ya están contados no es de extrañar que el Bar§a comience a desprender el aroma de los campeones.