Las manecillas apuntan en la única dirección. Ha llegado la hora. Como en esa playa llamada Omaha, ese primer beso furtivo o ese tiroteo en el cementerio de Sad Hill. Es el día. No cabe más espera en esta impaciencia. No hay más respuesta que una victoria que ha jugueteado demasiado huyendo del seductor juego del Huesca. Esa maldita suerte que no ha querido traducir en tres puntos el dominio absoluto, la pila de ocasiones, la fortaleza defensiva, todas aquellas virtudes que no han sido suficientes para alcanzar una meta que este domingo (18.30) se contempla como alcanzable y único destino ante un Valladolid con pintas de víctima propiciatoria.

Sería de necios subestimar a nadie. También al colista. Como a un Cádiz cualquiera. Error mortal si eso se produce. Sin embargo, la trayectoria de sensaciones sensacionales que ha ido acumulando el Huesca deben fortalecerse en la primera victoria de la temporada en el regreso a Primera. Con un Alcoraz en silencio, sin el refuerzo de la grada, el equipo altoaragonés debe quitarse el peso de los méritos no completados y materializar todo lo bueno que ha ido cosiendo hasta ahora en un resultado más positivo. Porque el rival es de ‘su’ competición por la permanencia, porque toca y porque después procede una travesía complicada de dos desplazamientos (Real Sociedad y Real Madrid) con previsiones menos luminosas. Alargar la espera sería condensar demasiadas incertidumbres. Algo que este equipo no ha merecido. Mejor espantar cualquier fantasma ya. Este domingo.

Dos semanas extras de pretemporada ha tenido Míchel para organizar su gallinero. Recuperará a lesionados y acumulará minutos de adaptación en la novatada. Sandro destaca en esa clase de primerizos por el valor que se le da a sus botas, enceradas en goles en Málaga y polvorientas en su caverna de Liverpool. Viene al Pirineo a recuperar su olfato, ese acatarrado en los delanteros del Huesca. Dos goles son pocos para campeonar, para puntuar. La suma del grancanario hace que Míchel ya cuente con tres elementos donde elegir, más un Escriche que se quedó sin contar por el momento.

El regreso del recuperado Maffeo al lateral derecho se confirmó tras entrenar dentro de la normalidad anormal de este fútbol pandémico. No estará disponible para esa plaza Pedro López, pese a su mejora física.

Tampoco se hallará Okazaki, que no ha trabajado con el grupo durante el parón internacional por su primera lesión muscular de su carrera. Su hueco en el once podría ser cubierto ya por Sandro o que quede Mir solo en lo alto del monte del ataque oscense con la pandilla de pequeños jugones creando y aportando. Porque más que falta de puntería, quizá este Huesca ha carecido de alternativas, de factor sorpresa, alejarse de la rutina del centro, adentrarse en el desborde o llegada inesperada. Seoane o Mikel Rico se ajustan a ese papel de llegador y a su vera se asienta un trío con sospechas de titularidad: Ontiveros, Borja García y Ferreiro. La defensa parece más clara que el agua del Mascún.

DE BAJONA / El Valladolid es el otro desdichado que aún no conoce la victoria en Primera. Llega al Alcoraz con achaques deportivos y físicos, dolorido en defensa por las bajas, y la reverberación del recuerdo del 4-0 de hace dos años. Nunca ganó en Liga en Huesca.

Viene Sergio González de dos derrotas consecutivas y de no marcar fuera de Zorrilla. Mal asunto, pese a que recupera a Alcaraz y podrá contar ya con el fichado Roque Mesa, aunque mantiene entre algodones al central Joaquín, el chileno Orellana y el portugués Jota, que ha entrenado en solitarios tras volver de su selección, donde ha habido varios positivos. También andan entre violetas El Yamiq y el portero Roberto Jiménez, exzaragocistas, y posibles titulares, aunque Masip podría regresar al travesaño tras pasar la dolencia vírica que monopoliza los telediarios y que nos negamos a dar más propaganda. Javi Sánchez y Olivas son baja segura.