La grada del Mini Estadi del Villarreal se rompió las manos a aplaudir en el minuto 67 del amistoso ante el Hércules. No fue por un gol, sino por la entrada en el césped de Santi Cazorla, que volvía a jugar casi dos años después de un calvario de lesiones.

En total 636 días sin competir, ocho intervenciones quirúrgicas, injertos de piel y una lucha a contrarreloj contra una bacteria que le comió ocho centímetros del tendón de Aquiles derecho y que puso en riesgo no ya su carrera, sino caminar. Ahí el jugador tocó fondo. El Arsenal le renovó hasta este verano y se aceleró el regreso al Villarreal. «Muy feliz y contento por volver hacer lo que más me gusta. Queda mucho trabajo por delante pero es el primer paso», escribió ayer en las redes sociales. Casi dos años después, el asturiano ha vuelto a pisar el césped con la elástica del Submarino amarillo. Parece que Cazorla ha recuperado la sonrisa y ha vuelto para quedarse