"No sé si me pondré nervioso o no, ahora mismo no lo estoy", dice Pere Tomás sobre las sensaciones, las que recorrerán su cuerpo y rondarán su cabeza, cuando mañana salte al Olímpico de Badalona y, por primera vez en diez años, sienta que no es su casa, se vea vestido de rojo y pelee por ganar al que ha sido su equipo desde que dejara el hogar familiar en edad cadete. "Sinceramente aún no me he puesto, igual al llegar allí... Intentaré tomármelo como un partido más, hacer las mismas cosas y lo de siempre, intentar ayudar al equipo lo máximo posible", añade el alero, que esta semana ya ha intercambiado mensajes con excompañeros, amigos, con los que se reencontrará mañana.

Y es que Pere Tomás regresa a la que ha sido su casa durante una década, desde que decidió dejar su Llucmajor natal para concluir su formación en la cantera verdinegra, hasta que el verano pasado tomó la decisión de no continuar en el equipo del que era capitán y con el que tenía contrato para apostar por un nuevo cambio de aires y llegar al CAI Zaragoza, donde se reencontró con uno de los mejores amigos que hizo en la Penya, Henk Norel. El holandés vivirá su segundo regreso. En el primero, fue el MVP de la jornada.

De momento, no le preocupa el sentimentalismo. Solo piensa, como jugador del CAI que es, en lo importante que sería un triunfo. "Es un rival como el Cajasol y tenemos que intentar superarles porque si ganamos nos ponemos a cuatro y a falta de siete partidos es una ventaja considerable. Va a ser difícil porque ellos también se juegan estar ahí y en su casa se están haciendo fuertes y jugando un buen baloncesto. No pensemos que por haber ganado al Barça, en Badalona ganaremos sin despeinarnos", señala el alero, que mañana vivirá un día especial.