El Tour de David de la Cruz, de Sabadell, una de las perlas del ciclismo español, comenzaba ayer en los Alpes, en la alta montaña, donde quería destacar. Tan seguro estaba de sí mismo que, a su actuación en la prueba, había antepuesto su futuro profesional. Hasta que acabara el Tour no quería firmar por nadie.

A sus 25 años debutaba en la carrera. Se fugó en la segunda etapa y después, casi siempre en compañía de Purito, se rezagó en todas las etapas. "Ven, sígueme y no te caerás", le dijo Purito en los adoquines. Quería ahorrar fuerzas para destacar en su terreno. Pero ayer se sintió bien y se coló en la fuga del día. Todo perfecto. Hasta puntuó primero en los dos primeros puertos. Pero tomó mal una curva, le derrapó la bici e impactó con toda la fuerza y la mala leche contra el asfalto con la clavícula, que estalló. Dolor y lágrimas. Adiós al Tour. El fin de los sueños.

En la meta hubo esprint y recompensa para el Katusha, el conjunto de Purito, gracias a su velocista noruego (aunque el nombre no lo parezca), Alexander Kristoff, el mismo que en marzo se llevó la victoria en la Milán-San Remo y que le robó de nuevo la victoria al ciclista Peter Sagan. El eslovaco suma cuatro segundos puestos y tres cuartos en esta edición de la ronda gala, aunque sumó cuatro victorias en las dos anteriores ediciones.