Todo se aprende en casa. Esperaba con ansia los descansos de los partidos de fútbol sala de su padre para salir a pegar patadas al balón. Fue un flechazo. Tanto que para jugar en el equipo de Remolinos, su pueblo, junto a su tía y su prima, falsificó la ficha, ya que por edad no podía.

Desde entonces, y hasta casi los 33 años de vida que tiene (los cumplirá en diciembre), Marta Alonso vive para el deporte y el fútbol sala. En pasado, presente y futuro. No sabe a ciencia cierta si es la jugadora aragonesa con más partidos en la Primera División: «Posiblemente sí, pero no lo sé», cuenta. Eso se duda, pero lo que en lo que no hay indecisión es en la afirmación de que es una auténtica referente. 16 años suma entre Primera y Segunda.

Actualmente es la capitana del Sala Zaragoza tras haber jugado en el extinto Mainfer y haber estado nueve años en el Soto del Real madrileño, siendo siete de ellos en la élite. Decidió volver a casa porque se exprimió en Madrid y cumplió un ciclo, pero sobre todo porque «siempre soñé con volver a jugar en La Granja en Primera y que volviera a haber un equipo de Aragón en la élite». Y lo logró.

Pero no solo es jugadora. Desde el 2007, salvo por un año de parón, lleva a cabo durante el mes de julio en Remolinos uno de los torneos más importantes y prestigiosos de fútbol sala femenino a nivel nacional. De hecho, se encuentra en el podio seguro. Y no menos meritorio es que fue por empeño puro y duro y, aunque involucra a familia y amigos, lo saca adelante en cuanto a organización y búsqueda de apoyos prácticamente sola.

«En la carrera (INEF) tenía una asignatura de gestión deportiva y uno de los proyectos era hacer un evento o crear un club. Había ido a torneos en verano y el premio para los chicos era, por ejemplo, 3.000 euros, y 800 para las chicas. La final masculina, a las 12.00 en el pabellón y la femenina, a las 10.00 en la pista exterior. No podía ser, así que hice el proyecto según cómo haría yo el torneo, a mi gusto», cuenta Alonso.

Un día en la cafetería, hablando con un compañero, le propuso que lo hiciera de verdad, casi a modo de broma. Poco dudó: «Igual que siempre me ha tirado mi tierra, también mi pueblo, y quería que lo conociese la gente a través del fútbol sala y hacer un torneo de chicas y para chicas. Que vengan para estar a gusto. No sé si es el mejor torneo de estas características, ni se persigue, pero por lo menos que estén a gusto y repitan cada año».

En la última edición fueron 20 equipos en la fase previa, con jugadoras de Aragón y limitación de futbolistas nacionales, y otros 20 en la fase final, un éxito que se repite cada año. 600 jugadoras en Remolinos. Entre ellas no faltan grandes internacionales como Peque o Anita Luján, por nombrar a dos, que son rivales y amigas en esos días.

De cara al futuro no oculta que necesitará un tiempo de desconexión, aunque también se considera una loca del fútbol sala. «Me va la marcha», confiesa entre risas. Mirando al futuro, además de reclamar mayor formación en este deporte, y aunque «hay más chicas, muchísimas más, y clubs que están haciendo las cosas bien», Alonso reclama «más educación deportiva» para seguir creciendo. «Cuando empecé en Primera, si jugaba minuto y medio, buscaba más. Me llamaban torico porque iba con todo a ganarme un puesto. A día de hoy no veo unas ganas locas de llegar a Primera, aunque hay casos y casos». Dentro o fuera de las pistas, Marta es una referente.