La frase fue pronunciada por Eusebio Unzué, mánager del Movistar. «Con la ausencia de Froome es como si el rebaño se hubiera quedado sin pastor». El rebaño, en este caso, no está formado por ovejas sino por 176 corredores que a partir de hoy, por las calles de Bruselas, comenzarán a rodar, sin saberse exactamente qué equipo controlará la situación, a quién señalar como gran candidato a la victoria y con hasta una decena de ciclistas que sueñan, con cierto realismo, a llegar el 28 de este mes vestido de amarillo a los Campos Elíseos de París.

Con Froome estos últimos años, incluido el pasado en el que ganó su compañero Geraint Thomas (ahora uno de los aspirantes), el Sky, denominado actualmente Ineos, imponía el cerrojo a la carrera. Nadie se movía sin el permiso de Froome. Osado el que lo atacase sin su autorización. Hasta ordenaba parar al pelotón si entendía que había que esperar a alguien por una caída. Y, como un buen pastor, enviaba a sus guardianes a la caza y captura de algún rebelde. Y, siempre, siempre, sus vigilantes, magníficos corredores que podrían haber sido jefes en cualquier escuadra menor, imponían un ritmo tan trepidante que nadie, por bueno que fuera, podía atacar.

Ese era el guion del pasado, pero no parece que vaya a ser la trama de un Tour que comienza en Bruselas como tributo a los 50 años de la primera de las cinco victorias de Eddy Merckx, la ronda francesa que homenajea los 100 años del jersey amarillo, y la edición en la que vale la pena creer en sí mismo... hasta la victoria y con el puño en alto. Porque en el triunfo cree Mikel Landa, quien afirma que llegaba en un exquisito estado de forma. «Estoy muy bien, me he recuperado muy fácil del Giro y he vuelto a entrar en forma tras unos días de descanso». Y hasta en hacer algo grande sueña Enric Mas, como si fuera el tapado de la prueba, aunque ya lo avala la segunda plaza lograda el año pasado en la Vuelta. «Voy a intentar luchar por un puesto en la general hasta el último día», promete el joven ciclista mallorquín, de 24 años y uno de los grandes adelantados de la nueva escuela en la que se encuentra otra perla de la juventud, el colombiano Egan Bernal.

Bernal, 22 años, vencedor de la París-Niza y la Vuelta a Suiza, aspira a recoger el testigo de Froome para liderar el Ineos. Si lo consigue se iniciará una nueva era. Pero, al contrario de Froome, no le basta con controlar la carrera y esperar un ataque cauto. Bernal se la debe jugar y aprovechar junto a escaladores buenísimos llamados Romain Bardet y Thibaut Pinot otro hecho inédito en este Tour que está a punto de caminar. Hay tres llegadas en alto programadas a más de 2.000 metros (Tourmalet, Tignes y Val Thorens) y otros cuatro puertos de paso cuya cima supera esta altitud (Vars, Izoard, Iseran y Galibier). Con solo 27 kilómetros de contrarreloj, en Pau, solo un escalador puede ganar este año en París.

Francia confía en Pinot y Bardet después de 34 años de sequía. Cuando Bernard Hinault ganó el Tour de 1985 ninguno de ellos había nacido, ni la mayoría de participantes, si se exceptúan entre las estrellas al eterno Alejandro Valverde y a Vincenzo Nibali.

En Bruselas el sol se combina con las nubes y el calor con el frío. En Bruselas empieza hoy un Tour cargado de emoción y de resultado incierto. Y muchos no deben dejar pasar una oportunidad de oro para llegar vestidos de amarillo a París.

No solo los aspirantes al jersey amarillo --que son unos cuantos este año-- aspiran a hacer cosas grandes. Hay otra batalla, intensa y hasta más peligrosa. Se denomina el combate de los locos del esprint, los que bajan la cabeza, los que menean la bici como si bailasen con ella a 60 por hora, los que no tocan el freno ni por asomo. Todo está preparado en la avenida del Parque Real de Bruselas para que el Rey de los belgas, que por supuesto no es Eddy Merckx, corone al primer velocista del Tour. «Nosotros somos un equipo belga y esta primera semana es vital. Todos van a trabajar para Viviani», explica Enric Mas, como integrante del Deceuninck. Pero solo uno, uno nada más, podrá sentir el placer de la victoria después de los 194 kilómetros de la primera etapa.