En la jornada 21, anteayer como diría aquel, el Huesca empataba ante la Real Sociedad en Anoeta. Fue hace solo dos partidos. El sabor que quedó de aquel encuentro fue agridulce. El equipo altoaragonés mereció más que los donostiarras en el cómputo general del choque y logró dejar la portería a cero por primera vez en toda la temporada. Pero no le sirvió para ganar y, lo que es peor, la salvación se quedaba a 11 puntos, la distancia más lejana del curso.

Sin embargo, Anoeta ha supuesto el comienzo de la resurrección azulgrana. Aquel duelo no se venció, pero en el feudo txuri-urdin encontró Francisco su sistema predilecto y una manera de jugar efectiva en la que sus jugadores se sienten cómodos y pueden desarrollar su mejor fútbol. Desde que el almeriense cogiera las riendas del conjunto oscense, hace ya 15 encuentros de Liga, ha probado multitud de esquemas y formas de jugar. Todo ello sin resultado. Hasta ahora. Francisco ha encontrado el buen camino a través del sistema y el equipo altoaragonés es otro.

Ahora el Huesca encadena 7 puntos de 9 posibles tras el empate ante la Real Sociedad y los triunfos de manera consecutiva ante el Valladolid y el Girona. Y con todo merecimiento, dicho sea de paso. El equipo altoaragonés tenía buenas maneras, un juego más alegre de lo que dicta la clasificación, pero pecaba de novato y, además, encajaba con suma facilidad. Ahora Roberto Santamaría lleva 290 minutos sin recibir un tanto.

Otro aspecto clave para explicar el buen momento de los azulgranas es el baile de jugadores. Once movimientos en el mercado invernal más la anterior llegada de Rivera, titular indiscutible, explican en parte la reacción oscense. Las otras partes son el posicionamiento, los movimientos, la solidaridad del equipo, el acierto goleador y, sobre todo, la fe.

Emsamblados

El sistema de tres centrales y dos carrileros oculta las carencias defensivas. El Huesca cierra espacios atrás, por lo que a los rivales les cuesta más sobrepasar la zaga. Francisco protege a los defensas con tres centrocampistas con alma de llegadores, pero que se ponen el mono de trabajo para ayudar a sus compañeros y cerrar los posibles huecos. Insua (hoy se someterá a pruebas en su rodilla), Etxeita y Pulido han mejorado su nivel en el eje; Miramón sigue siendo el Miramón de siempre pero con más libertad ofensiva y, al fin, el Huesca tiene un lateral izquierdo natural y profundo como es Javi Galán.

En el centro del campo, el todoterreno Christian Rivera se ha estabilizado como ancla por delante de la defensa. No solo es un currante, sino que además ofrece una salida de balón limpia y se prodiga en ataque. Yangel Herrera no jugó en Montilivi por la cláusula del miedo, pero también ha caído de pie. Combina, se mueve y tiene disparo exterior. El venezolano también ha elevado el nivel de calidad de la plantilla. A ellos se les suma un imprescindible Moi Gómez. Su experiencia en Primera es un grado y necesaria para un equipo novel. A ellos hay que sumar la aportación del recién llegado y debutante Juanpi Añor o la destrucción de Damián Musto.

Arriba el indiscutible protagonista del cambio es Enric Gallego. El punta barcelonés no solo le marcó al Valladolid, sino que genera mucho peligro. Ayuda atrás, es potente en el juego aéreo, es un portento físico y, sobre todo tiene gol. Todo ello sin olvidar al laborioso Cucho y a Chimy, que suma tres dianas en dos encuentros. El Huesca ha encontrado el camino y los jugadores y sueña con la permanencia.