Tres meses han transcurrido desde que el Barça vapuleara al Madrid en la Liga (5-1). Tres meses en el fútbol tienen la dimensión de un siglo. El Clásico se repite en la Copa y parece que la situación haya dado un vuelco y son los azulgranas los que reciben con motivos de preocupación a su gran rival, cuando no es así. Los dos equipos se enfrentan siguiendo trayectorias idénticas (siete victorias, un empate y dos derrotas en los últimos diez partidos), la distancia en la Liga es mayor (ha aumentado de siete a ocho puntos) y Messi, esta vez, puede jugar. Entonces, estaba descartado por lesión. Y, sin embargo, el Barça destrozó al rival. ¿Cuál es la diferencia? Que Solari va arreglando los desperfectos de Lopetegui, que Benzema marca goles y que a Vinicius se le compara con Neymar.

«Nos analizan tanto que un resultado determinado parece que te desequilibra y uno bueno te pone en la gloria», analizó Valverde, denunciando los severísimos juicios de valor que sufren los grandes. Carentes de perspectiva, como si el empate del Barça ante el Valencia fuera un síntoma de flaqueza y la victoria del Madrid ante el Alavés un mérito subrayable.

«Me espero al mejor Madrid», manifestó Valverde, prudentemente vestido antes de preparar el duelo. «En una eliminatoria entre el Barcelona y el Madrid no hay favorito. Está todo abierto», remarcó el técnico.